“Usted
sabe bien que en este libro mío –Périto en lunas– hay cosas que se superan difícilmente y que es
un libro de formas resucitadas, renovadas, que es un primer libro y encierra en
sus entrañas más personalidad, más valentía, más cojones –a pesar de su aire
falso de Góngora– que todos los de casi todos los poetas consagrados, a los que
si se les quitara la firma se les confundiría la voz.”
Orihuela,
10 de abril de 1933
Sr. D. Federico G. Lorca.
Admirado
poeta amigo:
Le escribí hace mucho pidiéndole elogios, aunque ya se los había oído para mi "Perito en lunas". Y aquí me tiene usted esperándolos - entre otras cosas.
He
pensado, ante su silencio, que usted me tomó el pelo a lo andaluz en Murcia -
¿recuerdaaa?-, que para usted fuimos, o fui, lo que recuerdo que nos dijo
cuando le preguntamos quién era uno que le saludó. "Ese - dijo- uno de los
de: ¡adiós!, cuando les vemos." Y luego "me escriben muchas cartas a
las que yo no contesto". ¿Puedo estar ofendido contigo?
Perdone.
Pero se ha quedado todo: prensa, poetas, amigos, tan silencioso ante mi libro,
tan alabado -no mentirosamente, como dijo- por usted la tarde aquella
murciana, que he maldecido las putas horas y malas en que di a leer un verso a
nadie.
Usted
sabe bien que en este libro mío hay cosas que se superan difícilmente y que es
un libro de formas resucitadas, renovadas, que es un primer libro y encierra en
sus entrañas más personalidad, más valentía, más cojones -a pesar de su aire
falso de Góngora- que todos los de casi todos los poetas consagrados, a los
que si se les quitara la firma se les confundiría la voz.
Por otra parte, aquí, en mi pueblo - ¡pueblo mío! -, donde al que me gritaba: Yo te he comprado un libro creyéndole bueno y me has dado arpillera, yo he leído a Campoamor... -¡ea!-, decía yo: Ved los periódicos de Madrid pronto, he quedado en ridículo, porque de toda la prensa madrileña, sólo Informaciones se desvirgó hablando de mis poemas por el pico de Alfredo Marqueríe, diciendo cuatro burradas. El tío, antes de decir: ¡Qué burro soy!, dijo: ¡Se ha extraviado el poeta, se ha oscurecido!
Por otra parte, aquí, en mi pueblo - ¡pueblo mío! -, donde al que me gritaba: Yo te he comprado un libro creyéndole bueno y me has dado arpillera, yo he leído a Campoamor... -¡ea!-, decía yo: Ved los periódicos de Madrid pronto, he quedado en ridículo, porque de toda la prensa madrileña, sólo Informaciones se desvirgó hablando de mis poemas por el pico de Alfredo Marqueríe, diciendo cuatro burradas. El tío, antes de decir: ¡Qué burro soy!, dijo: ¡Se ha extraviado el poeta, se ha oscurecido!
Por
otra parte, en mi casa soy el cristo de los cinco sampedros: me niegan la mitad
del pan; me niegan, padre y madre y sus hijos, como hijo de aquéllos, como
hermano de éstos; les avergьenza el que haga versos; no quieren darme vestidos
nuevos, y hasta a los pantalones viejos que tengo no les quieren poner remiendos,
que amordacen rotos proclamadores de nalgas mías. Hoy mismo, hoy, me han
escondido la llave del huerto para que pudiera entrar en él. Y yo he saltado a
la torera la tapia, no la valla, y aquí, en este chiquero de abril, aquí, donde
ha tenido el suyo Perito en lunas este estío, bajo esta higuera,
que dilataban hasta sus pámpanos mi carne de acordeón semejante a una palmera
degollada, aquí le escribo esto desesperado, desesperado.
Me
alegran las noticias que leo -de prestado- de los triunfos que se suceden,
que se sucedem. ¡Me alegran! y le envidio.
El otro día he visto en El Sol la crítica de un libro de romances. El crítico dice que al pronto resuena la voz suya, pero que sólo a primera vista. Yo, nada más por el ejemplo que pone allí de romance, adivino en ese Félix no sé qué un plagiador casi.
Federico: no quiero que me compadezca; quiero que me comprenda.
Aquí, en mi huerto, en un chiquero, aguardo respuesta feliz suya, y pronto, o respuesta simplemente; aquí, pegado como un cartel a esta tapia, detrás, de la cual viven padres pobres, con tantos hijos y tan poca casa, que, para que los niños no vean los orígenes de su fabricación, el comienzo de sus hermanos, se salen al callejón a reanudarse las noches más empinadas.
El otro día he visto en El Sol la crítica de un libro de romances. El crítico dice que al pronto resuena la voz suya, pero que sólo a primera vista. Yo, nada más por el ejemplo que pone allí de romance, adivino en ese Félix no sé qué un plagiador casi.
Federico: no quiero que me compadezca; quiero que me comprenda.
Aquí, en mi huerto, en un chiquero, aguardo respuesta feliz suya, y pronto, o respuesta simplemente; aquí, pegado como un cartel a esta tapia, detrás, de la cual viven padres pobres, con tantos hijos y tan poca casa, que, para que los niños no vean los orígenes de su fabricación, el comienzo de sus hermanos, se salen al callejón a reanudarse las noches más empinadas.
Un abrazo
MIGUEL
HERNÁNDEZ G.
Orihuela,
10 de abril del 1933.
Dirección:
Arriba, 73.
Grandes Obras de
El Toro de Barro
abierta, la luz, la calefacción
encendidas. Hay un poco de vino
en la alacena, el café está reciente
por si me demoro y te vence el sueño.
Acaso estés aquí cuando regrese,
arropada en el sofá con mi manta
de viaje, reconfortada, quizá
complacida del mundo en su belleza,
sabiendo que hay una técnica pura
en esta maravilla de estar vivo.
Y si no estás, bendito sea el tiempo
en que estuviste. Sólo he de abrir
los postigos para que fluya el agua
llovida en la memoria. La luz, pronto,
dejará en las paredes una sombra
que llamará en sus labios con tu nombre,
contenta de estar en casa de nuevo.
Otros poemas de
Juan Ramón Mansilla
Juan Ramón Mansilla
Oh, qué triste, qué amargo y hay cosas que me suenan a hoy mismo. La generación del 27 era fantástica, pero seguro que tenía sus sombras, y esta indiferencia de Lorca hacia alguien que no era de su círculo puede ser una de ellas... la vida fue muy injusta con Miguel Hernández.
ResponderEliminarUn blog sumamente interesante y distinto a todos.
ResponderEliminarMe voy encantada.
¡Qúe carta! Revela mucho de ambos. Un vacío enorme dejaron ambos con sus partidas a destiempo.
ResponderEliminar¿Llegó esa respuesta?
Cuando ya iba pensando si no tenía todo descubierto (?) hallo esta joya de blog.
ResponderEliminarAsí que en él me quedo. A solas o en soliloquios con M.Hernández Lorca. No fueron más grandes porque los devoró la tierra...
Volveré a este espacio
Como esta carta viene a demostrar, parece que Miguel y Federico no se toleraban bien. Les separaba un abismo en todos los aspectos de su vida y de su su actitud ante las cosas. Pero hay dos cosas que sí me gustaría señalar; la primera de ellas hace referencia el empeño de Miguel -en esta y en otras cartas- en pintarse como un cabrero pobre, cuando en realidad era un miembro de la clase media cuyo padre tenía un ganado lo suficientemente respetable como para pagarle un colegio religioso y de mucho prestigio. Esta circunstancia -que explica la enorme cultura del poeta- contradice el mito de indudable atractivo, como el que suele rodear a quienes se abren paso desde la misma nada. La otra hace referencia a quienes se han empeñado -y conseguido- situar a ciertos artistas fuera de la historia del arte, convirtiéndoles en estandartes de determinadas ideas políticas. El daño que hacen -y que han hecho- es enorme. Todavía no ha concluido el debate abierto en mi muro respecto a Leni Riefenstahl, y en torno al rechazo moral que nos provoca en la valoración objetiva de su obra su vinculación personal al movimiento nazi. Lo mismo podría decirse de Alberti y su estrecha relacción con el totalitarismo estalinista. Este tipo de comportamientos por parte de la crítica especializada, en virtud de los cuales se encumbra en las alturas o se arroja al infierno a un artista determinado tomando en consideración su filiación política o su actitud personal -es el caso de Brecht por ejemplo- debiera moderarse. En el caso concreto de Miguel, se han cometido muchas injusticias, la mayoría de los cuales han tenido que ver con su encumbramiento no tanto como poeta sino como "poeta del pueblo", y que han sido sustituidas en buena medida por su enterramiento no tanto como poeta sino como poeta que comprometió su arte con cosas de las que tedría que haberlo liberado, y que vinculó su obra al totalitarismo de Stalin. Yo, digan lo que digan los aunos y los otros, y aunque soy de los que piensan que el compromiso político es algo que atañe o no al creador y que no necesariamente tiene que traducirse en su obra, sigo pensando que Miguel es un poeta de enorme altura, que está más allá de las circunstancias terribles que experimento, y cuya calidad literaria justifica su presencia como un referencia incuestionable de la poesía española contemporánea.
ResponderEliminarEse elitismo de los círculos sigue siendo muy actual. Nada nuevo bajo el sol, Isabel.
ResponderEliminarEran seres demasiado distintos como para hacer migas buenas. Lo eran ideológicamente, y también era irreconciliable su actitud ante la vida y ante las circunstancias de su tiempo. Lorca, por ejemplo, no creo que hubiera colaborado así como así con la Comintern, como sí lo hiceron Alberti o Hernández, ni se hubiera prestado a ser un muñeco impasible antes los "paseillos" de la retaguardia. Aceptaba su condición pequeño-burguesa con mejor talante de lo que lo hacía Hernández, que también lo era. Yo tengo una complicidad emocional y personal con Miguel Hernández, pero las cosas son como son...
ResponderEliminarNo podemos juzgar si realmente M. H. ha colaborado exactamente de forma y contenido correspondientes a lo que nos cuentan. Él no tiene nada que ver como comportamiento con R. A. como actitud. Todavía hay cosas que no están visibles o no están en el lugar donde deben estar. Para hacer el guión y las entrevistas para un documental sobre M. H. tuve que conocer bastantes cosas y muy de dentro, no de cerca. Hay manipulaciones, muchas manipulaciones.
ResponderEliminarY como actitud última y esencial ante lo más ¿ultimativo?, la muerte, al final los dos eligen la muerte. Los dos se quedan allí donde quieren estar vivos y muertos. Esta elección es su última libertad posible. Lo sienten. Lo saben. Lo deciden. Y también saben que son dos grandes de la poesía. Su lenguaje, su pensar y sentir, su amor ya pueblan los universos. Lo saben. Solo necesitan estar donde su corazón.
La colaboración con el comisariado comunista fue, en el caso de Miguel Hernández, una respuesta emocional, y como tal, adoptó una naturaleza muy distinta a la que tuvo la de Rafael Alberti, que realmente participaba de la estrategia y de la táctica del comunisto estalinista soviético. En eso llevas razón. Pero, en todo caso, no seré yo quien juzgue moralmente su obras ateniéndome a las consideraciones ideológicas que tuvieron ambos en aquel tiempo de crueldades y dolor. Otra cosa es que, como amante de la Historia, crea preciso conocer con detallo las vicisitudes vitales de las personas que admiro o que he admirado. Y, en este sentido, la biografía última aparecida sobre Miguel Hernández nada tiene que ver con las hagiografías que hasta ahora conocíamos de él. ¿Eso debilita el aprecio que muchos sentimos por él? Como poeta, en mi caso, evidentemente no; como persona, y también en mi caso, tampoco, aunque desmorone las visiones tan ideologizadas que tuve de él en su día, y que hiciero del suyo el rostro de un hombre sin mácula. Digo lo que, tal y como nos recordaba Verónica Pedemonte no hace mucho tiempo, había afirmado Nazim Hikmet. La persona, el "personaje" y la obra han de ser mirados con ojos muy distintos y, salvo casos muy extremos -que no es el de Miguel- las conclusiones historiográficas sobre las unas no deben afectar -o no debieran- a la obra nacidas de sus manos.
ResponderEliminarMe he perdido el comentario de Verónica, Carlos Morales del Coso, pero he insistido siempre en esto. El autor y la obra no son la misma cosa nunca. La obra puede llegar a no tener absolutamente nada con el autor. Pero lo que quise explicar era que en mi opinión en su actitud más esencial, ante la palabra ante el destino del ser humano, ante la muerte y ante el amor no eran para nada irreconciliable. (Ya me estoy desmayando un tanto).
ResponderEliminarMás allá de la opinión que se tenga sobre la persona de Miguel Hernández, y sobre su poesía, creo que nadie puede negar la profundamente empatía del poeta, ni su capacidad de transmitir lo mejor del hombre.
ResponderEliminarCreo que sí, que las cosas van cambiando - Ese individualismo exacerbado que exisitía se está dejando para atrás - Un ejemplo de ello fue el de los Tres Tenores, otro, el de Sabina y Serrat, Montserrat Caballé y Sting y vendrán más - El miedo nos hace egoístas, cuanto más socialicemos la cultura, cuanto más libertad tengamos, no precisaremos tener miedo a no tener un lugar, la competencia produce horrores - No queremos esclavos del arte como fueron Elvis Presley, Marilyn Monroe e outros - En tiempos de Lorca y Hernández se vivía con el miedo en el cuerpo -
ResponderEliminarDios, cuánta tristeza!
ResponderEliminar¡Impresionante! Me he quedado destrozada tras leer esta carta. El dolor de Miguel era muy intenso.
ResponderEliminarSólo un tipo libre, como era don Miguel, es capaz de escribir de su propia obra como él lo hace sin caer en la jactancia, simplemente constatando la realidad.
ResponderEliminar¿Por qué Federico actuaría así con Miguel Hernández?
ResponderEliminarDdescorazonado Miguel, adolescente. Aunque esta carta es varios años anterior a la época en la que intimaron en casa de Neruda, en Madrid...y de paso le respondo a Margarita: los tenores, Sabina, Serrat, Sting, etc no se reúnen porque dejaron atrás el individualismo (nunca más que en estos tiempos el individualismo devora el corazón de los hombres), se reúnen para ganar más dinero, simplemente eso.
ResponderEliminarGENIO MIGUEL HERNÁNDEZ , POETA SUBLIME !!CUANTO DOLOR .. Y VALENTÍA PARA DESNUDAR SU ALMA ANTE TANTA INDIFERENCIA...NO SE RECONOCIA EN SU VALÍA??
ResponderEliminarEl miedo nos hace desconfiados no egoístas, el divismo sigue existiendo y en este caso más parece envidia lo que subyace, yo no soy imparcial ya que para mi, Miguel Hernández es mi poeta de cabecera, todo entrañas y corazón, todo alma visceral.
ResponderEliminar¿Rivalidades poéticas, antipatía lírica? Como siempre. No pasa nada, tonterías de poetas cuando dejan de escribir poemas y salen al escenario.
ResponderEliminarHa ocurrido siempre y seguirá ocurriendo. Por parte de Lorca, del que admiro su poesía, su actitud es la vanidad del triunfador, que a nadie ve ya... Por parte de Miguel, su valentía, dignidad, y Temeraria sinceridad. Por eso su inadaptación, su sufrimiento. Y su gran poesía...
ResponderEliminarHay artistas que se han involucrado en determinadas causas políticas y han apoyado sus ideas a través del arte y la historia del arte, a veces se mezcla con la historia política – La historia del arte no está exenta de las influencias sociales, políticas, económicas, culturales etc
ResponderEliminarLo que sí es injusto convertirlos en “estandartes políticos” únicamente, es injusto hacer un mal análisis discriminando el arte de la política
Estoy de acuerdo con lo dicho por Carlos Morales del Coso
“Yo, digan lo que digan los unos y los otros, y aunque soy de los que piensan que el compromiso político es algo que atañe o no al creador y que no necesariamente tiene que traducirse en su obra, sigo pensando que Miguel es un poeta de enorme altura, que está más allá de las circunstancias terribles que experimento, y cuya calidad literaria justifica su presencia como un referencia incuestionable de la poesía española contemporánea.”
La carta de Miguel Hernández–
padece de ingenuidad,
¿O
es pureza
bondad
inseguridad
o es soledad?
¿O todo junto?
Lorca no estaba obligado a ser amigo de nadie
no estaba obligado a responder pedidos
de otros poetas
ResponderEliminarPero es que a Lorca no le gustaba Miguel Hernández, no le gustaba nada. Decía de él que olía mal, a pobre... porque Lorca no dejaba de ser un señorito andaluz.
No creo que Miguel Hernández suplicara nada. Él era lo suficientemente inteligente como para saber que es uno de los grandes. Hasta lo dice en la carta, Si nos fijamos en las palabras. También Lorca sabe el valor de la obra de M. H. Tendría otras razones para imponer una distancia. No las conocemos. He pensado mucho sobre esto. Creo que Carlos Morales del Coso, tiene razón. A Lorca nunca le gusto el populismo, las tendencias de todos los populistas de machacar y machacarnos con la idea falsa y falsificadora de que la cultura, el conocimiento, ser verdaderamente culto, pensar, no tienen mucho que ver con el arte y con las grandes obras. Hasta indirectamente habla sobre todo esto en El Público /para mi una de las obras más importantes del s. XX, todavía por descubrir/. Amo la obra de M. H. profundamente, pero cómo a F. G. L. me dan asco y me aterran las manipulaciones y los manipuladores.
ResponderEliminarVerdad estercolada con más verdad; sandía de agua bendita. La poesía es revelación. Lo que los demás nos descubran acerca del poeta...
ResponderEliminarEra sabido que Lorca no lo miraba con buenos ojos..que no supo aceptarlo, mucho menos apoyarlo..pero als palabras de Miguel Hernández son fuertes, valientes e inteligentes. Para mí, dos gigantes..no fue menor uno que otro..de ahí tal vez la animarversión del aplaudido Lorca.
ResponderEliminarUn escritor es el que ama la palabra. Un escritor es aquel, que se va a la cama llevándose una historia y se levanta con los dedos palpitándole por contarla. Un escritor es el que se deleita por la palabra, el que la paladea como el buen vino, el que sabe su valor. El que modula la idea, poco a poco, para crear un mundo en el que habitarán sus pensamientos. Un escritor es el que ríe y llora con sus propias letras, el que las acaricia con la mente, el que las lleva en el espíritu. Un escritor, en suma, es un apasionado por la creación.
ResponderEliminarDe manera que mi felicitación no va para las vacas sagradas, los consagrados, los que llevan su libro bajo el brazo, los que te sueltan frases cultas y muy doctas en cada conversación. Mi felicitación va para ese que sueña y delira por las palabras, por todo aquel que se despierta, delirante por la necesidad de escribir. Por el que escribe poemas, a llanto y gritos privados, a solas, en un papel, temblando de dolor y de ira. Por el que se sienta y sueña con mundos imposibles, con el que se eleva de la mano de su capacidad de soñar. Felicito a todos los que aprecian el don de la palabra, los que cantan, ríen y viven el mundo a través de sus ideas, para los que incansablemente escriben. Porque eso hace un escritor: escribe. Escribe para vivir, escribe porque no puede dejar de hacerlo, escribe por dolor, escribe por una necesidad tan insatisfecha, tan quemante y tan tremenda, que le ahoga, le roba, el aliento y la paz. No importa que no haya libro por delante, no importa que no sepa que hacer con tanto amor por la palabra, tanto amor que te desborda, tanta necesidad que te golpea y te aturde. Porque ese amor proviene de ti, de nada más y nadie puede ponerle nombre, de las noches de infancia con las palabras entre los dedos, de la juventud creandose con letras. Palabras y palabras bañando el mundo. Soñando siempre, tan amplia y tan infinita, esa aspiración por contar historias, todas las que brotan en tu mente, las que te rodean, las que te susurran de a poco, las que sonríen para ti, las que caminan de un lado a otro, las que se esconden en las esquinas, las que vuelan en el cielo, las que duermen en el mar y el espiritu.
A esos escritores, a los de verdad, a los que no conciben su vida sin una palabra por delante, son los que felicito. A esos escritores, a los que los consume el fuego divino y maldito de amar la palabra cada día y para siempre. A ellos, que el sueño nunca termine y la palabra, siempre sea el infinito.
Que la palabra siempre esté en las estrellas.Un abrazo Carlos Morales del Coso