Hace mucho tiempo que quiero escribirte y contarte cosa de todos los días, pero estoy tan ocupada que siempre logra ganarme el maldito tiempo cuando, cada dos por tres me invita, a ver quien llega primero.
Así es que estoy en este juego de la vida y la muerte que me roba los segundos para sentarme y escribirte esta carta.
Sabes tan bien como yo que las cosas de todos los días están llenas de secretos e intimidades, entonces me pregunto, quien sería la tonta que se animara a perder tanto espacio de tiempo, quien dejaría de vivir sensaciones, para ponerse a contarlas en una carta.
Si piensas en mi, en este momento, me darías una gran satisfacción, entenderías, por fin, que una cosa no se puede separar de otra tan fácilmente como siempre lo dices.
Que los negocios, cumplimientos, vencimientos, cheques, "y otras cosas", no te pueden hacer olvidar el amor.
Que difícil me resulta, esto que estoy tratando de decirte, es que mientras corres detrás de tu trabajo, yo solamente, y sola, pienso en ti, pienso en ti, en ti, y que algunas noches, cuando llegas, después que he tratado de dormir a fuerza de pastillas, ni bien abres sigilosamente la puerta de la casa, ya se que estas de vuelta, y que mientras te desvistes, despacito, silencioso, como un niño que llega tarde a casa, yo estoy tratando de morder la rabia que tengo por haberme despertado y cuando entras en la cama suavemente, lentamente, me tiembla el cuerpo, pues mis ojos y la boca de tal manera aprieto, para no dejar que escapen los sollozos y las lagrimas...y, ¡basta ya! que estoy diciendo, si esto es una carta.
Creo que debo recomenzar, recomponer el modo, tratar de recordar como se debe escribir una carta...
Querido mío:
No ésto no esta bien, es demasiado posesivo.
Amor mío:
Tampoco así, es lírico y antiguo.
Querido:
creo que así es algo frío.
Mi querido amor:
No, no, me suena a algo demasiado repetido.
Amor:
Hace mucho tiempo que quiero escribirte y contarte cosas cotidianas, de todos los días. No te asustes, no es de la casa, los niños u otras cuestiones pertinentes a lo mismo. Pero el tiempo es implacable y estamos tan ocupados los dos, que no escribo esta carta porque sé que seguramente no tendrías tiempo para leerla.
Pero de todas formas y por si esta llega a tus ojos algún día que tengas desocupado o llegues a casa un poco más temprano, algo voy a adelantarte de algunas cosa que también son de esta vida y se nos están escapando de las manos.
Me gustaría decirte que tengo algunas ideas al respecto, por ejemplo, preguntarte si de verdad me amas, y si tenemos tiempo de cambiar de vida.
Perdóname lo corto de la carta, pero tu sabes bien... el tiempo...
Te deja atentamente tu esposa que te ama.
Esther Benseñor
Fuentes: