lunes, 22 de septiembre de 2014

Carta Charles Bukowski a John William Corrington

Carta de Bukovski a J. W. Corrington; Libro de Referencia, Sabas Martín, "La heredad”, Col. «Novela», Carlos Morales Ed., Ed. El Toro de Barro, Tarancón de Cuenca, 2001. PVP 10 euros edicioneseltorodebarro@yahoo.es



"aquella vez en el pabellón de caridad, años atrás, una chica mejicana que cambiaba las sábanas me dijo que se iba a acostar conmigo si yo mejoraba, e inmediatamente empecé a sentirme bien. Bueno, la dama borracha que se bamboleaba contra mi cama –mi esposa-, la enterré el último 22 de enero. Y nunca vi a mi chica mejicana. 
____________


A Jon Webb, 4 de Septiembre de 1962.



Con respecto a la muerte de mi mujer el 22 de enero último, no hay mucho que decir, excepto que yo ya no seré el mismo. Quizá intente escribir sobre eso, pero está todavía demasiado cerca. Puede que siempre esté demasiado cerca. Pero aquella vez en el pabellón de caridad, años atrás, una chica mejicana que cambiaba las sábanas me dijo que se iba a acostar conmigo si yo mejoraba, e inmediatamente empecé a sentirme bien.
Carta de Bukovski a J. W. Corrington; Libro de Referencia, Sabas Martín, "La heredad”, Col. «Novela», Carlos Morales Ed., Ed. El Toro de Barro, Tarancón de Cuenca, 2001. PVP 10 euros edicioneseltorodebarro@yahoo.esTenía una sola visita: la mujer borracha de cara redonda y roja, una amante del pasado que a veces se bamboleaba contra la cama, y se iba sin decir nada. Seis días después yo estaba manejando un camión, levantando paquetes de 20 kilos y preguntándome si la sangre vendría otra vez. Un par de días más tarde tomé el primer trago, ése que dijeron me mataría. Una semana más tarde conseguí una máquina de escribir y, después de una pausa de diez años y de haberle vendido mis cosas a la revista "Story" y a otras, mis dedos se pusieron a construir un poema. O mejor dicho, una charla de bar. Esa cosa que no es lírica, que no canta. Los rechazos llegaron bastante pronto. Pero no me afectaron, porque yo sentía que en cada línea estaba diciendo algo. No para ellos, sino para mí mismo. Ahora puedo leer muy poca poesía o muy poco de cualquier otra cosa. 
Bueno, la dama borracha que se bamboleaba contra mi cama, la enterré el último 22 de enero. Y nunca vi a mi chica mejicana. Vi a otras, pero ella hubiera estado bien. Hoy estoy solo, casi afuera de todas ellas: de los glúteos, los pechos, los vestidos limpios como trapos nuevos en la cocina. No me tomes a mal -todavía tengo 1,80 y 90 kilos de posibilidad, pero yo podía mejor con la que ya no está.
                               
Charles



Grandes Obras de 
El Toro de Barro
Sabas Martín, "La heredad”, Col. «Novela», Carlos Morales Ed., Ed. El Toro de Barro, Tarancón de Cuenca, 2001. PVP 10 euros edicioneseltorodebarro@yahoo.es
Sabas Martín, "La heredad
Col. «Novela»
Carlos Morales Ed., Ed. El Toro de Barro,
Tarancón de Cuenca, 2001.
PVP 10 euros
Sabas Martín, "La heredad”, Col. «Novela», Carlos Morales Ed., Ed. El Toro de Barro, Tarancón de Cuenca, 2001. PVP 10 euros edicioneseltorodebarro@yahoo.es











  

jueves, 18 de septiembre de 2014

Carta a su esposa de un niño que sobrevivió a Auschwitz


Rodin
«Pronuncié la palabra "mama". Por primera vez, al lado de todos, dije "mama" y lloré. "Vencí, gané, mama, ¡estoy vivo!". Y lloré, y todos lloraron conmigo. Todos lloran conmigo ahora, mama...»
 
«Berko», uno de los 130 niños
que sobrevivieron a Auschwitz ,
escribe a su esposa


Querida mía:
      En Stutthoff nos separaron de las madres. No te lo conté jamas. Había que elegir con quien quedarse. Yo era hijo único, y preferí quedarme con papa. Sabía que no iba a poder arreglarse solo. Era un distraído. Un estudioso. Pensé que no iba a poder arreglarse a solas. Yo era grande, tenía once años y entendía que debía cuidar de él. Después de dos semanas en el tren también nos separaron. Fue como si me echaran el peso del mundo encima. Me cerré, me quedé encerrado en mí mismo. No me interesó ya nada. Sentía que todo se había terminado. Tenía miedo. Mi ser estaba desnudo. Solo. Fragmentado. No deseaba nada. Nada. Después me desperté a la fuerza y me convertí en una especie de bestia. Un instinto vivo. Un caballo con el yugo al cuello, arrastrando cadáveres a los crematorios. Hurtaba comida. Robaba de todo. ¿Cómo pueden los padres hacer algo así...cómo pueden abandonar a un niño solo?

Recién ahora, últimamente, me sigo preguntando eso una y otra vez…No logro encontrar respuesta. No volví a pensar en mis padres desde entonces. No recordaba. Me había prohibido recordar. Todo en mí se había acabado desde aquel momento en que mama despareció. Se habían terminado mis sentimientos. Desde aquel momento estuve solo. Hasta este viaje con estos chicos. Ahora. Cuando hablas a veces con tus padres, cuando te diriges a ellos, yo no siento nada. No siento. Soy huérfano. Cómo pueden los padres hacer algo asi? Piensa en nuestras gemelas, que no dejan de cuidarme durante todo el viaje.


Sólo ahora, gracias al viaje con estos jóvenes, esta nueva familia que me nació en el viaje, se me despierta algo antiguo, algo de aquella antigua ternura. Hasta este viaje había cortado todo, había bajado un telón, como si hubiera decidido que tras él no existía nada, que tras él jamás existió nada, que todo era vacío, limpio…Ya lo sabes, ninguna memoria quedó en mi de los años de antes de. No el jardín de la infancia. No la escuela. Una vez un caballo me desgarró la camisa. Fuera de eso, nada. Todo borrado. ¿Cómo pueden los padres abandonar así a sus hijos? Hubieran podido huir conmigo, si lo hubieran pensado a tiempo ¿no es asi?
A Israel llegué para volver a empezar. Guardé silencio. No tenía nada que decir. ¿Quién me hubiera creído? Una vez, mientras viajaba en autobús, iba sentada a mi lado una muchacha, que me preguntó qué era ese numero que llevaba grabado en la mano. Le dije que era un numero de telefono que había anotado para no olvidarlo y ella se lo creyó. Como bien sabes, no he vuelto jamás a este lugar desde que me separaran de mis padres en la estación de tren. Hoy, junto a estos chicos, me quebré. Por primera vez todo volvió. Recité la plegaria de Kadish. Pronuncié la palabra "mama". Por primera vez, al lado de todos, dije "mama" y lloré. "Vencí, gané, mama, ¡estoy vivo!" Y lloré, y todos lloraron conmigo. Todos lloran conmigo ahora, mama.





Grandes Obras de
El Toro de Barro


PVP: 10 euros Pedidos a:
edicioneseltorodebarro@yahoo.es




Berko es el seudónimo bajo el que se esconde el anciano real que escribió esta carta y quien, siendo todavía un niño, logró sobrevivir al infierno de Auschwitz. En un dramático–y real– camino de retorno, él y otros supervivientes volvieron de nuevo a aquel Apocalipsis con un grupo de estudiantes israelíes de secundaria, en el que se encontraban sus hijas. El encontronazo de dos generaciones distintas con aquella memoria de dolor provocó una gigantesca catarsis individual, cuya historia fue relatada por la psicóloga infantil Amela Einat en La cicatriz del humo, una novela que fue incorporada por la Editorial El Toro de Barro a su Biblioteca del Holocausto, y de cuyas páginas se ha extraído esta conmovedora epístola real, que pone de manifiesto la pervivencia real del Holocausto en todas las generaciones del Israel contemporéno.


Amela Einat.



"El Profeta", de Carlos Morales. De su Libro "S". Ilustración Leonardo da Vinci










"Notas para una carta que nunca llegaré a escribir", de Ana Gaviera

Ana Santos Payán, más conocida como "La gaviera", murió el 1 de abril de 2014. Su carta fue editado en CARTAS EN LA NOCHE el 10 de abril de 2012.

















25 de enero de 2012


La nieve escribo en la nieve del atardecer en la fría estancia escribo el desagradable roce del cabello sobre la cicatriz la piel doble la piel y entre piel y piel ese cosquilleo ese cuerpo que se escapa y la sangre congelada no fluir esa sangre atrapada en los labios escribo en la piedra en mis lágrimas escribo con los ojos con la voz de Melissa Horn escribo y la pantalla se vuelve inútil oscura ciega no hay teclas para deshacer el nudo no hay teclas para nombrar la nieve el tumor la infección la insumisión el vacío escribo sin querer decir y una sonrisa cruza la estancia fría atardecer nieve escribo la nieve

Ana Santos Payán



Grandes Obras de

EToro de Barro
"Notas para una Carta que nunca llegaré a escribir", de Ana Gaviera, en el Blog CARTAS EN LA NOCHE, dir. por Carlos Morales.Lib. Referencia: Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”, Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea” Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed. Tarancón de Cuenca, 2002. PVP 10 euros.
Carlos Morales, "Coexistencia (Antología de poesía israelí –árabe y hebrea– contemporánea”, Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.