… El mundo es el abismo del alma, Papa contrahecho, Papa ajeno al alma; déjanos nadar en nuestros cuerpos, deja nuestras almas en nuestras almas; no necesitamos tu cuchillo de claridades…
No eres tú el confesionario, ¡oh Papa!, lo somos nosotros; compréndenos y
que los católicos nos comprendan.
En nombre de la
Patria, en nombre de la
Familia, impulsas a la venta de las almas y a la libre
trituración de los cuerpos.
Entre nuestra alma y nosotros
mismos, tenemos bastantes caminos que transitar, bastantes distancias que
salvar, para que vengan a interponerse tus tambaleantes sacerdotes y ese cúmulo
de aventuradas doctrinas con que se nutren todos los castrados del liberalismo
mundial.
A tu dios católico y cristiano que -
como los otros dioses - ha concebido todo el mal:
1. Te lo has metido en el bolsillo.
2. Nada tenemos que hacer con tus cánones, index,
pecados, confesionarios, clerigalla; pensamos en otra guerra, una guerra contra
ti, Papa, perro.
Aquí el espíritu se confiesa al
espíritu.
De la cabeza a los pies de tu
mascarada romana, triunfa el odio a las verdades inmediatas del alma, a esas
llamas que consumen el espíritu mismo. No hay Dios, Biblia o Evangelio, no hay
palabras que detengan al espíritu.
No estamos en el mundo. ¡Oh Papa
confinado en el mundo!, ni la tierra ni Dios hablan de ti.
El mundo es el abismo del alma, Papa
contrahecho, Papa ajeno al alma; déjanos nadar en nuestros cuerpos, deja
nuestras almas en nuestras almas; no necesitamos tu cuchillo de claridades.
Pio XI
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