"La
lógica Europa aplasta sin cesar al espíritu entre los martillos de dos términos
opuestos, abre el espíritu y lo vuelve a cerrar. Pero ahora el estrangulamiento
ha llegado al colmo, ya hace demasiado tiempo que padecemos bajo el yugo. El
espíritu es más grande que el espíritu, las metamorfosis de la vida son
múltiples. Como vosotros, rechazamos el progreso: venid, echad abajo nuestras
viviendas."
Vosotros
que no estáis en la carne, que sabéis en qué punto de su trayectoria carnal, de
su vaivén insensato, el alma encuentra el verbo absoluto, la palabra nueva, la
tierra interior. Vosotros que sabéis como uno da vueltas en el pensamiento y
cómo el espíritu puede salvarse de si mismo. Vosotros que sois interiores a
vosotros mismos, que ya no tenéis un espíritu a nivel de la carne: aquí hay
manos que no se limitan a tomar, cerebros que ven más allá de un bosque de
techos, de un florecer de fachadas, de un pueblo de ruedas, de una actividad de
fuego y de mármoles. Aunque avance ese pueblo de hierro, aunque avancen las
palabras escritas con la velocidad de la luz, aunque avancen los sexos uno
hacia otro con la violencia de un cañonazo, ¿qué habrá cambiado en las rutas
del alma, qué en los espasmos del corazón, en la insatisfacción del espíritu?
Por eso, arrojad al agua a todos esos blancos que llegan con sus
cabezas pequeñas y sus espíritus bien manejados. Es necesario ahora que esos
perros nos oigan: no hablamos del viejo mal humano. Nuestro espíritu sufre de
otras necesidades que las inherentes a la vida. Sufrimos de una podredumbre, la
podredumbre de la
Razón.
La lógica Europa aplasta sin cesar al espíritu entre los martillos
de dos términos opuestos, abre el espíritu y lo vuelve a cerrar. Pero ahora el
estrangulamiento ha llegado al colmo, ya hace demasiado tiempo que padecemos
bajo el yugo. El espíritu es más grande que el espíritu, las metamorfosis de la
vida son múltiples. Como vosotros, rechazamos el progreso: venid, echad abajo
nuestras viviendas.
Que sigan todavía nuestros escribas escribiendo, nuestros periodistas
cacareando, nuestros críticos mascullando, nuestros usureros deslizándose en
sus moldes de rapiña, nuestros políticos perorando y nuestros asesinos legales
incubando sus crímenes en paz. Nosotros sabemos - sabemos muy bien - qué es la
vida. Nuestros escritores, nuestros pensadores, nuestros doctores, nuestros
charlatanes coinciden en esto: en frustrar la vida.
Que todos esos escribas escupan sobre nosotros, que nos escupan por
costumbre o por manía, que nos escupan porque son castrados de espíritu, porque
no pueden percibir los matices, los barros cristalinos, las tierras giratorias
donde el espíritu encumbrado del hombre se transforma sin cesar. Nosotros hemos
captado el pensamiento mejor. Venid. Salvadnos de estas larvas. Inventad para
nosotros
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