“No, no es fácil querer mucho”...
México, Enero 10 de 1945
Muchachita:
No puedo dejar pasar un día sin pensar en ti. Ayer soñé
que tomaba tu carita entre mis manos y te besaba. Fue un dulce y suave sueño.
Ayer también me acordé de que aquí habías nacido y bendije esta ciudad por eso,
porque te había visto nacer.
No sé lo que está pasando dentro de mí; pero a cada
momento siento que hay algo grande y noble por lo que se puede luchar y vivir.
Ese algo grande, para mí, lo eres tú. Esto lo he sabido desde hace mucho, más
ahora que estoy lejos lo he ratificado y comprendido.
Estuve leyendo hace rato a un tipo que se llama Walt
Whitman y encontré una cosa que dice:
El que camina un minuto sin amor,
Camina amortajado hacia su propio funeral.
Y esto me hizo recordar que yo siempre anduve paseando mi
amor por todas partes, hasta que te encontré a ti y te lo di enteramente.
Clara, mi madre murió hace 15 años; desde entonces, el
único parecido que he encontrado con ella es Clara Aparicio, alguien a quien tú
conoces, por lo cual vuelvo a suplicarte le digas me perdone si la quiero como
la quiero y lo difícil que es para mí vivir sin ese cariño que ella tiene
guardado en su corazón.
Mi madre se llamaba María Vizcaíno y estaba llena de
bondad, tanta que su corazón no resintió aquella carga y reventó.
No, no es fácil querer mucho.
Juan
Carta de amor de Juan Rulfo a Clara Aparicio (1)
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Yo, que he sobrevivido a cien
lanzas
y he hecho temblar el vientre
del desierto con uno solo de mis carros,
perdí ante tus ojos mi última batalla.
Ser cobarde en amor equivale a estar muerto.
¡Cuánta ternura! ¿Es que hay otra forma de amar?
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