sábado, 23 de febrero de 2013

Carta de "Seda" de Heléne a Hervé Joncour, de Alessandro Baricco...

Fotograma de Memoria de un geisha.












“No nos veremos más, señor. Lo que era para nosotros, lo hemos hecho, y vos lo sabéis. Creedme: lo hemos hecho para siempre. Preservad vuestra vida resguardada de mí. Y no dudéis un instante, si fuese útil para vuestra felicidad, en olvidar a esta mujer que ahora os dice, sin añoranza, adiós."


Amado señor mío:

       No tengas miedo, no te muevas, permanece en silencio, nadie nos verá. Sigue así, quiero mirarte, yo te he mirado mucho, pero no eras para mí, ahora eres para mí, no te acerques, te lo ruego, quédate donde estás, tenemos una noche para nosotros, y yo quiero mirarte, nunca te he visto así, tu cuerpo para mí, tu piel, cierra los ojos, y acaríciate, te lo ruego, no abras los ojos si te es posible, y acaríciate, son tan hermosas tus manos, he soñado con ellas tantas veces, ahora las quiero ver, me gusta verlas sobre tu piel, así, te lo ruego, continúa, no abras los ojos, yo estoy aquí, nadie nos puede ver y yo estoy cerca de ti, acaríciate, amado señor mío, acaricia tu sexo, te lo ruego, despacio, es hermosa tu mano en tu sexo, no te detengas, a mí me gusta mirarla y mirarte, amado señor mío, no abras los ojos, todavía no, no debes tener miedo, estoy cerca de ti, ¿me sientes?, estoy aquí, te puedo rozar, esto es seda, ¿la sientes?, es la seda de mi vestido, no abras los ojos y tendrás mi piel, tendrás mis labios, cuando te toque por primera vez será con mis labios, tú no sabrás dónde, de repente sentirás el calor de mis labios sobre ti, no puedes saber dónde si no abres los ojos, no los abras, sentirás mi boca donde no sabes, de repente, tal vez sea en tus ojos, apoyaré mi boca sobre los párpados y las pestañas, sentirás entrar el calor en tu cabeza, y mis labios en tus ojos, dentro, o tal vez sea en tu sexo, apoyaré mis labios, allá abajo, y los abriré bajando poco a poco, dejaré que tu sexo entreabra mi boca, entrando entre mis labios, y empujando mi lengua, mi saliva descenderá por tu piel hasta tu mano, mi beso y tu mano, uno dentro de la otra, sobre tu sexo, hasta que al final te bese en el corazón, porque te deseo, morderé la piel que late sobre tu corazón, porque te deseo, y con el corazón entre mis labios tú serás mío de verdad, con mi boca en el corazón tú serás mío para siempre, si no me crees abre los ojos, amado señor mío, y mírame, soy yo, quién podrá borrar este instante que sucede, y este cuerpo mío ya sin seda, tus manos que lo tocan, tus ojos que lo miran, tus dedos en mi sexo, tu lengua sobre mis labios, tú que te deslizas debajo de mí, aferras mis caderas, me levantas, dejas que me deslice sobre tu sexo, despacio, quién podrá borrar esto, tú dentro de mí moviéndote lentamente, tus manos en mi rostro, tus dedos en mi boca, el placer en tus ojos, tu voz, te mueves lentamente pero hasta hacerme daño, mi placer, mi voz, mi cuerpo sobre el tuyo, tu espalda que me alza, tus brazos que no dejan que me marche, los golpes dentro de mí, es violencia dulce, veo tus ojos que buscan en los míos, quieren saber hasta dónde hacerme daño, hasta donde quieras, amado señor mío, no hay final, no acabará, ¿lo ves?, nadie podrá borrar este instante que sucede, para siempre echarás la cabeza hacia atrás, gritando, para siempre cerraré los ojos separando las lágrimas de mis pestañas, mi voz dentro de la tuya, tu violencia que me tiene aferrada, no queda ya tiempo para huir ni fuerza para resistirse, tenía que ser este instante, y este instante es, créeme, amado señor mío, este instante existirá, de ahora en adelante, existirá, hasta el final.
     No nos veremos más, señor. Lo que era para nosotros, lo hemos hecho, y vos lo sabéis. Creedme: lo hemos hecho para siempre. Preservad vuestra vida resguardada de mí. Y no dudéis un instante, si fuese útil para vuestra felicidad, en olvidar a esta mujer que ahora os dice, sin añoranza, adiós. "
 
Heléne

 

Otras cartas de Alessandro Barico


Grandes Obras de 
El Toro de Barro

PVP: 8 euros Pedidos a:
edicioneseltorodebarro@yahoo.es



Yo, que he sobrevivido a cien lanzas
y he hecho temblar el vientre
del desierto con uno solo de mis carros,
perdí ante tus ojos mi última batalla.
Ser cobarde en amor equivale a estar muerto.




Otros poemas de



"El Profeta", de Carlos Morales. De su Libro "S". Ilustración Leonardo da Vinci





 
 
 
 
 
 
 

12 comentarios:

  1. Hay instantes eternos.

    Gracias por pasarte por mi casa y como regalo de bienvenida un poema de Carlos Marzal en mi voz, pincha en:
    pluscuamperfecto de futuro

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  2. Otro libro para leer. Gracias por tu comentario en mi blog y por acercarme a Alessandro Barico, ya lo puse en lista. La carta es deliciosa.

    Besos

    Estercita

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  3. he leído varias veces Seda... la concisión del lenguaje, la intensidad de la trama... esa persistente sensación de que se acaricia levemente, inexorablemente, la escurridiza esencia de la vida

    gracias, Carlos

    saludos

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  4. Carlos,
    dejo para tí los mejores deseos para este 2010, tanto en lo profesional como en lo personal.
    Que tus sueños y esperanzas se conviertan en realidad.
    Que ames y te amen
    Que seas muy felíz!!!!

    Besos desde el Sur
    REM

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  5. Me gustó tu comentario en Recomenzar-Mucha- Me acerco a tus escritos. Buen estilo de letras en tu escribir. Saludos

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  6. A veces sólo es necesario un instante. Me encanta este sitio, gracias por traerme.

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  7. Una hermosa carta. Me devuelve el recuerdo.


    Abrazos.

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  8. Sin duda hay instantes como esos, con visos de eternidad, imposibles de olvidar. Pero hay adioses innecesarios. Me gustaría que hubiera la contrapartida a esta carta y poder conocer cómo percibió el "amado señor" esos mismos instantes. En cuanto a la carta misma, belleza en el lenguaje, en la pasión y en la experiencia trascendente del amor. Deja manifiesta la importancia de demorar cada paso para eternizarlo con todos los sentidos, y así acrecentar el deseo, el placer y el éxtasis mismo. La importancia que las palabras juegan en todo ello.

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  9. Es una carta hermosísima, llena de sensualidad, de una sensualidad fatídica que se recrea antes de la pérdida del amado.
    ¡Preciosa!

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  10. Cuando se lee completa esta novela de Baricco, dan ganas de gritar: "Amado señor mío, ¿porqué, pudiendo vivir, no has vivido?" Ay, ese deseo de lo que no se tiene, y esa ceguera de lo que está a nuestro alcance.
    Preciosa elección. Un abrazo.

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  11. Precioso regalo, el momento perfecto en que amor y deseo comulgan, ese instante casi siempre tan breve y fugaz... Un beso y gracias por recordar esta magnífica carta.

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  12. Siempre será un bello momento cuando leo esta carta.

    Abrazos querido amigo.
    REM

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