viernes, 24 de junio de 2011

Carta de Emily Dickinson a Susan Gilbert



"y contigo, yo pasaré esta mi hora preciosa, la más preciosa de todas las horas"



Están limpiando la casa hoy, Susie, y he hecho un rápido bosquejo de mi cuarto, donde con afecto, y contigo, yo pasaré esta mi hora preciosa, la más preciosa de todas las horas que marcan los días al vuelo, y el día tan querido, que por él cambiaría todo, y tan pronto como pase, suspiraré otra vez por él. No puedo creer, Susie querida, que casi he permanecido sin tí un año entero; el tiempo parece a veces corto, y mi recuerdo de ti caliente como si te hubieras ido ayer, y otras veces si los años y los años recorrieran su camino silencioso, el tiempo parecería menos largo. Y ahora como pronto te tendré, te sostendré en mis brazos; perdonarás las lágrimas, Susie, acuden tan felices que no está en mi corazón reprenderlas y enviarlas a casa. 
No sé por qué es -pero hay algo en tu nombre, ahora estás tomando de mí, que llena mi corazón por completo, y mi ojo, también. No es que mencionarlo me aflija, no, Susie, pero pienso en cada "sitio soleado" donde nos hemos sentado juntos, y no sea que no haya no más; conjeturo que ese recuerdo me hace llorar. Mattie estuvo aquí la tarde pasada, y nos sentamos en la piedra de la puerta delantera, y hablamos de vida y de amor, y susurramos nuestras suposiciones infantiles sobre tales cosas dichosas - la tarde se fue tan pronto, y caminé a casa con Mattie debajo de la luna silenciosa, y sólo faltabas tú, y el cielo. Tú no viniste, querida, pero un poquito de cielo sí , o eso nos pareció a, pues caminamos de un lado a otro y nos preguntábamos si ese gran bendición que puede ser nuestra alguna vez, se concederá ahora, a alguno. ¡Esas uniones, mi Susie querida, por las cuales dos vidas son una, esta adopción dulce y extraña en donde podemos mirar, y todavía no se admite, cómo puede llenar el corazón, y hacerlos en pandilla latir violentamente, cómo nos tomará un día, y nos hará suyos, y no existiremos lejos de él, sino que quedaremos quietas y seremos felices!


Parece que Susan Gilbert mantenía una muy íntima relación con Emily Dickinson, que era la espsoa de su hermano.

3 comentarios:

  1. Pues parece que todo quedaba en familia. Los demás no deberíamos opinar.

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  2. Querido amigo,
    es un placer leer esta hermosa carta de amor (la considero así). Se sabe tan poco de la vida de esta mujer extraordinaria, tan solitaria y a la vez tan apasionada que me atrevo a interpretar este último párrafo como un deseo suyo, muy íntimo
    “…¡Esas uniones, mi Susie querida, por las cuales dos vidas son una, esta adopción dulce y extraña en donde podemos mirar, y todavía no se admite, cómo puede llenar el corazón, y hacerlos en pandilla latir violentamente, cómo nos tomará un día, y nos hará suyos, y no existiremos lejos de él, sino que quedaremos quietas y seremos felices!”.

    Gracias por Dickinson.

    Estoy bien, aunque demasiado complicada con mis tiempos lo que me dificulta realizar los posts que quisiera y especialmente visitar sitios queridos como éste.
    Agradezco tus palabras y pronto estaré de nuevo publicando.

    Besos para tí desde el Sur y cuidate , si?
    REM

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  3. Creo que nunca he leído cartas más bellas que las de E.Dickinson. Recuerdo un verano transtornado acompañado de esa frases enigmáticas, insólitas, susurrantes, apasionadas y a las vez tan tremendamente lacónicas...

    Emily siempre quiso profundamente a Sue. La verdad sea dicha, era inevitable el amor entre mujeres, únicas que compartían intimidad, dulzura, matices (hermanas, amigas...)...Creo que la cosa sigue siendo así...y cuando el amor se proyecta en palabras y se es poeta,la ambigüedad queda garantizada...No se puede querer y decirlo más bellamente!

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