"...Gracias por
esta vida que aferro. Gracias por estos ojos que ven, estas manos que tocan,
esta mente que comprende. Gracias por los días y por los años. Gracias porque
éramos nosotros. Gracias mil veces. Para siempre."
Padre:
Os doy las gracias.
Gracias por haberme acompañado al tren, el primer día de guerra. Gracias por la
maquinilla de afeitar que me regalasteis. Gracias por las jornadas de caza, por
todas. Gracias porque nuestra casa era cálida, y los platos no estaban
desportillados. Gracias por aquel domingo bajo el haya de Vergezzi. Gracias por
no haber levantado nunca la voz. Gracias por haberme escrito cada domingo desde
que estoy aquí. Gracias por haber dejado siempre la puerta abierta cuando me
iba a dormir. Gracias por haberme enseñado a amar los números. Gracias por no
haber llorado nunca. Gracias por el dinero metido entre las páginas del manual.
Gracias por aquella velada en el teatro, vos y yo, como príncipes. Gracias por
el olor de las castañas, cuando regresaba del colegio. Gracias por las misas al
fondo de la iglesia, siempre de pie, nunca de rodillas. Gracias por haber
llevado el traje blanco, y por la melancolía. Gracias por este nombre que
llevo. Gracias por esta vida que aferro. Gracias por estos ojos que ven, estas
manos que tocan, esta mente que comprende. Gracias por los días y por los años.
Gracias porque éramos nosotros. Gracias mil veces. Para siempre.
Esta historia
De Alessandro
Barico
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Vengo de "Canto de espumas" y me encuentro aquí no sólo con Mariel, el pájaro de China, sino con un montón de amigos.
ResponderEliminarTu blog me parece hermoso.
Un saludo.
Barico me conquisto hace años...y ésta carta dentro de ese libro confirma la sensibilidad en toda su belleza.
ResponderEliminarBiko.
Bueno, a veces se quedan las emociones bloqueadas y no se puede explicar que sentimos al leer. Y en mi caso, las palabras sobran.
ResponderEliminarEscucho a veces : Viejo mi querido viejo de Piero.
Saludos.
Es muy hermoso poderle hablar así a un padre. Y me imagino el dolor agudísimo del padre al recibir esta carta. Nada duele tanto como lo que se dice en espera de la muerte. Besos, querido amigo.
ResponderEliminarGrxs amigo mío por tu gentileza.
ResponderEliminarBesos desde el Sur.
REM
Es tan importante ser conscientes como sentir que nuestra propia vida ha nacido al amparo de otros y continúa como un río largo a otras orillas. La vida que realmente importa es la que se da en pequeños gestos, en constancias.
ResponderEliminarUn abrazo
Leer esta carta me ha transportado a años atrás en que la vida que nació de la mía, me daba las gracias por "haberle ayudado a ser como era".
ResponderEliminarHoy y aquí sé que reconozco ese agradecimiento cada día bajo su amparo, desde algún rincón del final del arco iris.
Gracias por transportarme de nuevo hacia una sensación tan intensa.
Gracias de nuevo Carlos por este bello mensaje de amor.
ResponderEliminarTengo la fortuna de tener unos padres maravillosos a los cuales amo profundamente pero que olvido con frecuencia decírselo.
Enfin, me he quedado pensativa...otro abrazo
Mi hija que sabe de mi amor por Cortazar, por Rulfo, por las cartas...me manda noticia de este blog del que me he hecho casi inevitablemente seguidora...
ResponderEliminarAmo el envés de la cración literaria, esa vida que casi siempre explica el poema esos que yo también escribo casi inevitablemente.
Hacia tiempo que no leía nada tan profundamente conmovedor como esta carta y cspecialmente, el párrafo que eliges para presentarla...
Cómo se puede consolar mejor y hacer doler con tamaña intensidad...esa bellisima paradoja con la que solo la literatura se atreve
Un saludo cariñoso desde San Sebastián
Los sentimientos tan naturalmente descritos son los que debiera sentir todo hijo con respecto a su padre, amor, agradecimiento por aquellos pequeños detalles que hacen una vida. Y reconocer que el uno con el otro hacen un "nosotros".
ResponderEliminarCartas como éstas, las verdaderas, son un consuelo ante la pérdida.
Hay que aprender a hablar a tiempo, antes de irnos, sin haber dicho nada.
Gracias mil veces para siempre. Por haber continuado la línea de la vida y haber alargado la cadena dejándome la tarea de construir un nuevo eslabón. Gracias por los placeres sencillos y los detalles pequeños. Gracias ahora, en este momento porque constituyen para mi un enorme tesoro...incluso antes de haberlo perdido todo.
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