La reina Isabel II con su esposo Francisco de Asís
4 de mayo de 1870
Mi Jorge de mi vida, alma del alma mía. Yo te adoro a cada instante más y más y más. Siento mi vida toda dentro de tu vida bendita mía. Sí, yo te enseñaré el castellano; tú ya lo sabes, mi vida. Yo también de seguro entiendo el albanés, porque te adoro y el amor verdadero, el amor del alma, hace que se hablen todos los idiomas del mundo, porque el lenguaje del amor es superior a todos. Sí, alma mía; sí, mi vida; sí, mi Jorge adorado, tú me enseñarás el albanés y el inglés y todos los idiomas, y yo te enseñaré a ti el lenguaje de mi alma, que es la tuya misma y que te adora infinito, infinito Puesto que lo quieres, cuando tú vayas a España, me quedaré en París esperando que tú me llames, vida de la vida mía, y entregues a mi hijo el cetro y corona de España. Yo puede que cuando tú menos te esperes me encuentres a tu lado.
Mi Jorge de mi vida, alma del alma mía. Yo te adoro a cada instante más y más y más. Siento mi vida toda dentro de tu vida bendita mía. Sí, yo te enseñaré el castellano; tú ya lo sabes, mi vida. Yo también de seguro entiendo el albanés, porque te adoro y el amor verdadero, el amor del alma, hace que se hablen todos los idiomas del mundo, porque el lenguaje del amor es superior a todos. Sí, alma mía; sí, mi vida; sí, mi Jorge adorado, tú me enseñarás el albanés y el inglés y todos los idiomas, y yo te enseñaré a ti el lenguaje de mi alma, que es la tuya misma y que te adora infinito, infinito Puesto que lo quieres, cuando tú vayas a España, me quedaré en París esperando que tú me llames, vida de la vida mía, y entregues a mi hijo el cetro y corona de España. Yo puede que cuando tú menos te esperes me encuentres a tu lado.
¡O [sic] mi Jorge, yo no temo los peligros! Nuestro amor nos serbirá [sic] de escudo. Pero quiero que tú reposes de tus fatigas en mi pecho, que se abrasa de amor por ti. Yo quiero la corona para mi hijo y para ti, Jorge mío, yo solo quiero la corona de la felicidad que tú me darás y que ya siento dentro de mi corazón, que es tuyo, y que te adora y admira como mereces [sic]. Y yo solo quiero estar a tus pies siempre y hacerte muy feliz como lo espero, Jorge de mi vida. El lunes nos veremos y seremos felizes [sic]. El buen Losa irá el lunes mismo a decirte la hora. Si no pudiera ser el lunes, será el martes sin falta cuando Dios nos abrirá todos sus cielos estando abrazados. Y decidiremos todo, y el universo se sonreirá de felizidad [sic] al ver nuestra felizidad [sic]. Toma estas rosas, vida de la vida mía, del color de nuestro amor. Les he dado -para ti millones de amantes besos. Ellas te lleban [sic] toda la [palabra ilegible] con que te adora tu
YSABEL.
Jorge mío, yo te adoro como tú mereces: infinito. Mi vida, mi alma y mi cuerpo son tuyos. Yo te idolatro, Jorge mío.
YSABEL.
Jorge mío, yo te adoro como tú mereces: infinito. Mi vida, mi alma y mi cuerpo son tuyos. Yo te idolatro, Jorge mío.
Encontramos esta carta en el blog http://cartasfamosas.blogspot.com/, uno de los más hermosos e interesantes de la Red. Reproducimos por su interés el texto entrecomillado de la directora de este Espacio sobre la personalidad de la Reina de España."Las habitaciones de Isabel se abrieron de par en para un número interminable de hombres, entre ellos un turco-albanés de nombre Jorge. Isabel fue una mujer que, sencillamente, quiso y hasta necesitó, por razones humanas y políticas, practicar su sexualidad"
He disfrutado mucho con esta carta, ejemplo de lo que yo llamaría peor prosa decimonónica...Hiperbóllica, cosida a tópicos, cursi y...sin embargo, bastante conmovedora, una ve detrás del trompicón de las palabras, a una pobre mujer de naturaleza volcánica y mal saciada.
ResponderEliminarPero...¡qué mal escribía !
Querida Begoña: tengo noticias de un manojo de cartas se la reina que darían más de un sofocón al marqués de Sade. Y también de algunas jugosas falsificaciones que, haciéndose pasar por cartas, recorrieron la corte dando pelos y señales de los jorgoriosos amoríos de la casa real. Estas falsikficaciones son de mejor hechura literaria, entre otras cosas porquue es muy probable que detrás estuvieran los hernamos Becquer. Coincido también contigo con tus apreciaciones sobre la carta de Yoko Ono; parece, más que una carta, una de esas cosas que uno no tiene más remedio que hacer para salir del paso.
ResponderEliminarUn beso.
Oye, Carlos y...¿ por qué no publicas una de esas jugosas falsificaciones?
ResponderEliminarCariños.
No he podido localizarlas, pero es muy probable que acaben siendo publicadas como obra de los Béquer.
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