Marie Bashkirtsef y Guy de Mouapassant.
Monsieur:
Leí sus trabajos, debo decir que casi deleitándome. En honor a la verdad, que usted redacta con religiosa fidelidad, encuentra una inspiración que es verdaderamente sublime, en tanto que moviliza a sus lectores tocándolos con sentimientos profundamante humanos, que nosotros imaginamos ver por nosotros mismos descritos en sus páginas, y lo amamos con egotista amor. ¿Es este un cumplido sin sentido? Sea indulgente, es sincero en su sustancia.Usted puede entender que yo quiero decirle muchas cosas entusiastas y sorprendentes, pero es bastante difícil, de repente, por esta vía. Yo lamento esto mucho más por cuanto usted es suficientemente grande para inspirar a uno con románticos sueños como transformarse en la confidente de su hermosa alma, siempre suponiendo que su alma sea hermosa. Si su alma no es hermosa, y si estas cosas no son a su manera, podría lamentarlo por su bien, en primer lugar; y en segundo podría catalogarlo en mi mente como alguien que hace literatura, y desecharlo de los pensamientos que me importan.
Durante el año pasado tuve el deseo de escribirle y fueron muchas las veces en que estuve a punto de hacerlo, pero algunas veces pensé que exageraba sus méritos y que eso no valía la pena. Hace dos días, no obstante, vi súbitamente, en el Gaulois, que alguien lo había honrado con una carta halagadora y que usted había pedido la dirección de tan amable persona para contestarle. Yo inmediatamente me puse celosa, sus méritos literarios me ofuscaron nuevamente, y aquí está mi carta.Y ahora déjeme decirle que mantendré siempre mi incógnito para usted. Yo deseo verlo desde la distancia, su tolerancia podría no serme placentera, ¿quién puede decirlo? Todo lo que sé ahora de usted es que es joven y no está casado, dos puntos esenciales, aún para adorarlo a la distancia. Pero debo contarle que soy encantadora; esta dulce reflexión lo estimulará para responder mi carta. Me parece que si yo fuera un hombre no desearía mantener comunicación, ni siquiera epistolar, con un adefesio viejo de inglesa, fuera lo que fuera lo que piense.
Miss Hastings.
***
En marzo de 1884, la autora de esta carta se deleitaba en la experiencia de un fulgurante como breve prestigio, que le había sido otorgado por la obtención por uno de sus lienzos -"El meeting"- de una medalla en el Salón de París. Tenía 25 años, y una tuberculosis en fase terminal que la mantenía bajo mínimos y bajo el peso de una muerte inminente. Sabedora de que no le había sido dado el tiempo suficiente para acceder a la gloria a la que aspiraba atada al cordel de la pintura, decidió intentarlo por el camino de las letras, buscando la edición de sus extensos diarios íntimos y un padrino lo suficiente poderoso como para abrirle paso entre la mucha hojarasca que aspiraba a formar parte del Parnaso literario. Lo intentó sin éxito con Alejandro Dumas, que la rechazó con cierto desprecio. Y fue, precisamente, entonces cuando decidió intentarlo con Guy de Maupassant, con quien desarrolló una intensa relación epistolar, que comenzó precisamente con esta carta que hoy editamos -y que poco a poco iremos dando a conocer-, en la excelente versión aparecida en el espacio
http://cartasfamosas.blogspot.com/2007/08/carta-de-marie-bashkirtseff-guy-de.html.
Encantadora y candorosa carta,llena de ironias, deliberadamente inocentes y de un atrevimiento propio de la prisa.
ResponderEliminarA despertado mi curiosidad me encantara seguir sabiendo de ellos...
Ante la inminencia de la muerte es asombrosa y conmovedora la necesidad de trascender de esta mujer, sin dudas Marie lo logró.
ResponderEliminarNo conocía esta carta, así que te agradezco su publicación y la de las que vendrán, será un placer leerlas.
Besos desde la otra orilla.
REM
No, ella no puede ser un hombre. y es encantadora, además, no un adefesio viejo de inglesa.
ResponderEliminar¡ Qué cosa! a veces en las palabras se trasluce la belleza,la sonrisa irónica, la gracia de todo un cuerpo tanto como el ingenio de la mano que maneja la pluma...o por lo menos nos hace creer que así sea, que es lo decisivo en este caso.
No es extraño que él le contestara y que siguiera escribiéndose con ella. No hay nada como el misterio, el giro inesperado, la confidencia sutil y la entrelínea para nutrir una correspondencia que merezca la pena leerse...
Apenas aduladora, sabiamente celosa, cautamente amenazante...¡Bien por Miss Hastings!
Y Ud, Sr. editor espero que ande perdido por razón de una dulces y ojalá compartidas vacaciones.
Au revoir!!
Esta es mi primer visita a tu maravilloso espacio y quedé prendada de estas cartas. Sin dudas, volveré por más. Un afectuoso saludo!!!
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