Fotograma del film El buscador. |
Me voy de mi Patria con la tristeza de saber que la ciudad
en la que viví tantos años, que me hizo suyo, en la que encontré el amor y mis
hijos, con la que compartimos tantas cosas, ahogó su voz en el miedo. Calló
dejando que arrancaran a sus hijos acusados de pensar, de creer en la felicidad
futura de todos.
Queridos y entrañables
amigos:
Quiero
que sepan que no me voy ni asustado ni enojado. Simplemente dolorido por el
silencio cómplice que impone el terror de quienes no aman al Pueblo.
Me voy
de mi Patria con la tristeza de saber que la ciudad en la que viví tantos años,
que me hizo suyo, en la que encontré el amor y mis hijos, con la que
compartimos tantas cosas, ahogó su voz en el miedo. Calló dejando que
arrancaran a sus hijos acusados de pensar, de creer en la felicidad futura de
TODOS.
Ustedes
bien saben, porque son mis amigos, que nunca creí que la amistad fuera retórica
de las «relaciones sociales», sino la hermandad de la sangre, de una sangre que
no deber ser aguada con la futilidad del miedo. Porque si así sucede estarán de
más las expresiones, las palabras, las declaraciones y los manifiestos, pues
ellos, los enemigos, habrán logrado su objetivo: separarnos y hacerse más
fuertes en la impunidad que les da el poder que hoy detentan, usufructuando el
derecho del Pueblo.
Nunca
callé lo que pensaba. Nunca oculté mis convicciones. Ahí están mis escritos, mi
obra, para atestiguarlo; ahí están ustedes para desmentirme si así no ha sido.
Y lo hice porque consideré que era un deber ineludible, como trabajador y como
padre, señalar quienes son nuestros verdaderos enemigos. No soy un
idealista, ni un ideólogo, ni un teórico. Soy simplemente un hombre que ha
asumido un compromiso histórico por la felicidad de su Pueblo; un hombre que no
quiere que sus hijos, que son parte de ese Pueblo, sufran la opresión que hoy
padecemos los argentinos.
Interior de la Casa Rosada tras el bombardeo de 1975 |
Hoy,
mis queridos amigos, los bárbaros tiemblan porque el Pueblo se sacude bajo sus
pies y quieren detener su avance apelando a la corrupción y al terror, a la
mentira y a la impunidad. Por eso les pido, con todo el respeto que merecen
como amigos, que no se dejen avasallar la dignidad de hombres de bien, que no
crean en sus falacias, llámense como se llamen, aun aquéllas encubiertas en la
máscara del pacifismo. Porque tal pacifismo no existe ni puede existir hasta
que sea el Pueblo quien ostente el poder. Porque ellos, los enemigos, tienen el
monopolio de la violencia. Y es violencia las muertes diarias y la explotación;
el cierre de las escuelas y las universidades, y el hambre; los salarios bajos
y la carestía de la vida; la tortura sistemática y la traición. Y también es
violencia callar, adormecerse en la inmoralidad del silencio.
A
Vds. les confieso mi llanto al pie de la distancia; a Vds., que sabrán
comprender cuánto los quiero y cuánto es mi dolor por tener que dejarlos, por
dejar a mis padres y a mis hermanos, por dejar a mi Patria y a mi ciudad. A
Vds., que entenderán que mis lágrimas no son de susto ni de rabia, sino de
tristeza por tener que alejarme de todos los que vencieron el miedo, que
supieron ser hermanos con la sangre solidaria. A Vds., que serán siempre mi
Patria y mi ciudad.
Hasta
pronto,
Antonio
Buenos
Aires, diciembre de 1975
Nota: esta carta fue
escrita horas de partir de Argentina, sin saber, hasta unos minutos antes de
tomar el avión en el aeropuerto de Eceiza, cuál era el destino del vuelo; la
carta se traspapeló durante un tiempo y nunca pude enviarla a sus
destinatarios. Aquel día, 21 de diciembre, aviones de combate sobrevolaban la Casa Rosada.
El buscador de joyas |
Me ha encantado tu blog.
ResponderEliminarSin duda, me seguiré pasando. Te sigo y lo enlazo.
Abrazos!