lunes, 17 de septiembre de 2012

Carta de Adriano a Marco, por Marguerite Yourcenar

Carta de Adriano a Marco, por Marguerite Yourcenari; lienzo de José Antonio García Villarubia; libro de referencia: Neus Aguado, "Intimidad de la fiebre”, Col. «La piedra que habla», Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed., Tarancón de Cuenca, 2005, PVP 10 euros. edicioneseltorodebarro@yahoo.es








«El juego misterioso que va del amor a un cuerpo al amor de una persona me ha parecido lo suficientemente hermoso como para consagrarle parte de mi vida...En el caso de la mayoría de los seres, los contactos más ligeros y superficiales bastan para contentar nuestro deseo, y aún para hartarlo… pero si un solo ser, en vez de inspirarnos irritación, placer o hastío, nos hostiga como una música y nos atormenta como un problema; si pasa de la periferia de nuestro universo a su centro, llegando a sernos más indispensable que nuestro propio ser, entonces tiene lugar el asombroso prodigio en el que veo, más que un simple juego de la carne, una invasión de la carne por el espíritu...»
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Carta de Adriano a Marco, por Marguerite Yourcenari; lienzo de José Antonio García Villarubia; libro de referencia: Neus Aguado, "Intimidad de la fiebre”, Col. «La piedra que habla», Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed., Tarancón de Cuenca, 2005, PVP 10 euros. edicioneseltorodebarro@yahoo.esQuerido Marco:

  ...El juego misterioso que va del amor a un cuerpo al amor de una persona me ha parecido lo bastatante hermoso como para consagrarle parte de mi vida. Las palabras engañan, puesto que la palabra placer abarca realidades contradictorias, comporta a la vez las nociones de tibieza, dulzura, intimidad de los cuerpos, y las de violencia, agonía y grito. La extraña frasecita de Posidonio sobre el frote de dos prcelas de carne -que te he visto copiar en tu cuaderno escolar como un niño aplicado- no define el fenómeno del amor, así como la cuerda rozada por el dedo no explica el milagro infinito de los sonidos. Esa frase no insulta a la voluptuosidad sino a la carne misma, ese instrumento de músculos, sangre y epidermis, esa nube roja cuyo relámpago es el alma.
Carta de Adriano a Marco, por Marguerite Yourcenari; lienzo de José Antonio García Villarubia; libro de referencia: Neus Aguado, "Intimidad de la fiebre”, Col. «La piedra que habla», Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed., Tarancón de Cuenca, 2005, PVP 10 euros. edicioneseltorodebarro@yahoo.es
Reconozco que la razón se confunde frente al prodigio del amor, frente a esa extraña obsesión por la cual la carne, que tan poco nos preocupa cuando compone nuestro propio cuerpo, y que sólo nos mueve a lavarla, a alimentarla y, llegado el caso, a evitar que sufra, puede llegar a inspirarnos un deseo tan apasionado de caricias, simplemente porque está animada por una individualidad diferente a la nuestra (...). Aquí la lógica humana se queda corta, como en las revelaciones de los misterios. Y no se ha engañado la tradición popular que siempre vio en el amor una forma de iniciación, uno de los puntos de contacto de lo secreto y lo sagrado. (...) Al igual que la danza de las ménades o el delirio de los coribantes, nuestro amor nos arrastra a un universo diferente, donde en otros momentos nos está vedado penetrar, y donde cesamos de orientarnos tan pronto el ardor se apaga o el goce se disuelve. Clavado en el cuerpo querido como un crucificado a su cruz, he aprendido algunos secretos de la vida que se embotan ya en mi recuerdo, sometido a la misma ley que quiere que el convaleciente, una vez curado, cese de reconocerse en las misteriosas verdades de su mal, que el prisionero liberado olvide la torutura, o el vencedor ya sobrio la gloria.
 Carta de Adriano a Marco, por Marguerite Yourcenari; lienzo de José Antonio García Villarubia; libro de referencia: Neus Aguado, "Intimidad de la fiebre”, Col. «La piedra que habla», Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed., Tarancón de Cuenca, 2005, PVP 10 euros. edicioneseltorodebarro@yahoo.es
      He soñado a veces con elaborar un sistema de conocimiento humano basado en lo erótico, una teoría del contacto en la cual el misterio y la dignidad del prójimo consistirían precisamente en ofrecer al Yo el punto de apoyo de ese otro mundo. En una filosofía semejante, la voluptuosidad sería una forma más completa, pero también más especializada, de ese acercamiento al Otro, una técnica al servicio del conocimiento de aquello que no es uno mismo. Aun en los encuentros menos sensuales, la emoción nace o se alcanza por el contacto: la mano un tanto repugnante de esa vieja que me presenta un petitorio, la frente húmeda de mi padre agonizante, la llaga de un herido que curamos (...)
     En el caso de la mayoría de los seres, los contactos más ligeros y superficiales bastan para contentar nuestro deseo, y aún para hartarlo. Si insisten, multiplicándose en torno de una criatura única hasta envolverla por entero; si cada parcela de un cuerpo se llena para nosotros de tantas significaciones tastornadoras como los rastos de un rostro; si un solo ser, en vez de inspirarnos irritación, placer o hastío, nos hostiga como una música y nos atormenta como un problema; si pasa de la periferia de nuestro universo a su centro, llegando a sernos más indispensable que nuestro propio ser, entonces tiene lugar el asombroso prodigio en el que veo, más que un simple juego de la carne, una invasión de la carne por el espíritu...


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Carta recogida de las Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar, traducidas por Julio Cortázar y editadas en Barcelona por Ediciones Orbis, en el año 1988. Acompañamos esta epístola con una evocación de la figura del joven Antinoo ensayada por el pintor toledano José Antonio García Villarubia, por fotografías de la autora en su niñez y en los tiempos en que se ocupaba en su escritura, y con la delicadísima reproducción de sus manos ancianas corriendo sobre el papel voluptuosamente sobrio de su vida. 
Ella inspiró este proyecto dedicado a la literatura epistolar.
A ella nuestro homenaje. 
Y mi agradecimiento.


Grandes Obras de  
El Toro de Barro
Neus Aguado, "Intimidad de la fiebre”, Col. «La piedra que habla», Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed., Tarancón de Cuenca, 2005, PVP 10 euros. edicioneseltorodebarro@yahoo.es
Neus Aguado, "Intimidad de la fiebre”
Col. «La piedra que habla»
Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed.
Tarancón de Cuenca, 2005
PVP 10 euros.
Neus Aguado, "Intimidad de la fiebre”, Col. «La piedra que habla», Ed. El Toro de Barro, Carlos Morales ed., Tarancón de Cuenca, 2005, PVP 10 euros. edicioneseltorodebarro@yahoo.es





















 



























15 comentarios:

Camille Stein dijo...

lo epistolar desvela un margen de secreta intimidad y rumorosa confidencia... una carta maravillosa, especialmente en su último párrafo

un abrazo

Anónimo dijo...

Querido mío,amado mío:

El amor es sabio, más de lo que en muchas ocasiones se percibe. . . en éste momento, tranquilamente mientrás llevas de la mano a nuestro pequeño, entré por la puerta principal de tus cartas. . .leo con atención, con amor, y con deleite, a sabiendas que entro casi a hurtadillas, de manera "fortuita" -sigue fascinándome esa palabra y no sé porqué- a tu espacio epístolar en donde te suelo encontrar, en cada línea, frase, palabra, y eres tú, con esa delicada sensibilidad. . .Gracias por compartir y dejar pequeñas señales, como en un juego de niños. . .Tú las dejas. . .yo las encuentro. . .Te amo.

Tuya


Aira

 Mayte dijo...

Yourcenar es una de mi favoritas...similitudes me atraen irremediablemente ella siempre.

Un abrazo grande.
Bikos muchos Carlos.

Rembrandt dijo...

Las Memorias... de Marguerite Yourcenar, traducida por mi querido Julio, que más puedo pedir?

"...el asombroso prodigio en el que veo, más que un simple juego de la carne, una invasión de la carne por el espíritu..."

Maravilloso, verdad Carlos?

Besos para tí
REM

Lucía dijo...

Otra maravilla que nos dejas en esta entrada. Hermosa carta de Adriano a Marco. Gracias por traerla y dejar que disfrutemos de ella.

Memorias de Adriano, me lo regaló un buen amigo y disfruté con su lectura, tanto que algunos de sus capítulos releo algunas veces.
Un beso.
Lucía.

Camille dijo...

Siempre me resulta un tanto violento leer las cartas ajenas, las que se pueden leer. Me da placer porque suelen ser bellas y un pocoo de rubor el penetrar en algo que no me pertenece. En este espacio me suele suceder siempre, en las cartas, en los comentarios...
Suelo entrar varias veces antes de comentar..
Es precioso este sitio, tiene magia...

carmen dijo...

Como bien te dije Yourcenar tiene une identidad única; junto a Simone de Beauvoir son las escritores francesas que más me han impactado...Que decir entonces mas que gracias, de nuevo, por esta entrada....
Un abrazo Carlos

Clo dijo...

así que ese es el secreto para sacar un alma de su escondite.

"El cuerpo humano es el carruaje; el yo, el hombre que lo conduce; el pensamiento son las riendas, y los sentimientos los caballos."

(Platón)

Andrabaltza dijo...

Si hay algo que me parece especialmente bello en esta carta es su magistral "contención" . La pluma se desliza lenta y sinuosa describiendo con precisión los sutiles matices de una emoción ambigua como pocas: Cuando hay amor, la carne no harta, dice Adriano; no es más que ocasión para el encuentro de dos seres que siempre están más allá de la caricia y nunca dejan de desearse.... Los grandes amantes saben que no hay nada más triste que una carne anónima.

Es la carta de una maestra. ¡Grande, Youcenar!

Isabel Martínez Barquero dijo...

Cómo entró Margarita en el corazón de Adriano, con qué delicada sobriedad nos lo presenta en esta carta a Marco como un hombre meditativo, que se pregunta ante sus sensaciones, enamorado ya sin remedio del bellísimo bitinio.

Gracias, Carlos, me ha encantado releerla de tu mano, con la sensibilidad de este artista que ha trazado los rizos y el rostro de Antinoo.
Un abrazo.

A chuisle dijo...

Tan selecto es todo en estos rincones, donde la calidad abunda tanto que ya no sorprende.

Selecto es cada uno de los comentarios que responden a filtraciones de luz en muchas direcciones.

Hay párrafos realmente hermosos y trascendentes, destaco algunos:

«Clavado en el cuerpo querido como un crucificado a su cruz....»

«...que el prisionero liberado olvide la tortura, o el vencedor ya sobrio la gloria....»

«...nuestro amor nos arrastra a un universo diferente, donde en otros momentos nos está vedado penetrar....»

«Aun en los encuentros menos sensuales, la emoción nace o se alcanza por el contacto....»

«...entonces tiene lugar el asombroso prodigio en el que veo, más que un simple juego de la carne, una invasión de la carne por el espíritu...»

Algunos conceptos me transportaron a aquellos de Anam Cara, en él es el alma la que envuelve al cuerpo y por ende, todo empieza y culmina en el encuentro de las almas.

José Ato dijo...

Tengo en mi mesilla de noche, desde hace muchos años, Memorias de Adriano. Hay algo en este libro que de vez en cuando me llama y lo abro. Lo releo muchas veces, y siempre me emociona su lectura.

atosaorin.blogspot.com

Rembrandt dijo...

Querido amigo,
gracias por tus palabras, tan cálidas como siempre, las atesoro y guardo con mucho cariño.

Un gran abrazo y lo mejor para vos.
REM

Anuck Flocke dijo...

Una carta preciosa y que me ha encantado....efectivamente si no se puede uno pasar de esa persona que se convierte en el centro del mundo, imagino, sería como una obsesión de la cual se depende y el espíritu es el que rige y manda...y ya no ni el cuerpo ni la voluntad. Se le llamaría a éste fenómeno una posesión del alma sobre el cuerpo? Sería el caso de Santa Teresa...que no conozco demasiado...pero puede ésto existir sin contacto previo, es decir de cuerpo a cuerpo? Me gusta mucho lo que escribe Marguerite Yourcenar

Carlos Morales dijo...

Bueno, Anuck, el Adriano de la Yourcenar entiende efectivamente el amor como un "asombroso prodigio" derivado de "la invasión de la carne por el espíritu", como "una forma de iniciación” que nos pone en contacto con lo secreto y lo sagrado. Puede entenderse –y en ello tu pregunta arrastra mucha razón– como una "posesión", pero no en el sentido que le da la mística teresiana a esa palabra, por cuanto la “emoción” amorosa nace de un contacto previo y físico entre uno mismo y alguien que se nos aparece “como una música y nos atormenta como un problema” hasta pasar de “nuestra periferia a nuestro centro” y conducirnos al esplendor y a la gloria de un misterio infinito. Creo que la naturaleza de esta reflexión que la Yourcenar pone en la boca de su Adriano lo acerca mucho a la búsqueda de sentido del hombre contemporáneo, harto de la materialidad que se agota en sí misma y que nada tiene que ver con el romanticismo. Yo, al menos, he sentido de modo muy similar la experiencia amorosa…