Colección de Felipe
Sérvulo
2 de Noviembre de 1987
Amigo Lamberto:
Como verá, yo también me he tomado el
atrevimiento de pasar al tratamiento de "amigo", en lugar del
impersonal "estimado". Es que, aunque a los súbditos de las corona
nos cuesta admitir desequilibrios emocionales, le confieso que yo también
aguardo con particular anhelo la llegada de sus líneas, siempre interesantes.
Le aseguro que mi demora en contestar no obedece a ningún sentimiento que yo
pueda albergar en desmedro de los latinos u otras sub-razas. Después de todo,
no es usted un bosquimano o un malayo. Por otra parte, le aseguro que
desconocía por completo la existencia de un conflicto en torno a las islas
denominadas "Malvinas" o "Falklands". Es mas, ignoraba la
existencia de las islas mismas ya que contemplar el mapa más abajo de la línea
del ecuador me produce vértigo.
Le juro, Lamberto, que estoy estudiando con
detención el mapamundi en procura de detectar la ubicación de su país. No me
resulta fácil -poco propensa, como soy, a la cartografía- dilucidar dóonde se
halla la Argentina entre tanta línea de puntos, ríos y elevaciones. Pero ya he
señalado Guyana y Venezuela. ¿Es Argentina una superficie triangular, verde
clarita? Me complacería me lo confirme. Con respecto a la servidora española,
no tuvimos mas remedio que despedirla ya que nos destruyó gran parte de la
vajilla al meterla dentro de la cortadora de césped con la sana intención de
lavarla. El problema es que ella aduce no entender nuestro deficiente español y
no se ha dado por enterada del despido. Se ha encerrado en el sótano y clama
por su embajador. No es la primera desilusión que me llevo con gente no sajón,
amigo Lamberto, pero espero que sea la última.
Cavilé mucho sobre su pedido de una foto mía. No
soy del tipo de mujer que acostumbra a darse con facilidad, pero intuyo en usted
un ser humano sensible y cuidadoso con las fotografías. Disculpe si, al
arrancarla del álbum familiar, quedó adherido en el reverso un trozo de una
foto de mi perro Excalibur sobre su cojín favorito. Hubiese preferido que
nuestras fisonomías quedasen en el anonimato, ya que ello agudiza la
imaginación y otorga un halo de misterio siempre beneficioso a una amistad,
pero entiendo que un hombre desee conocer a su interlocutora. A la recíproca,
también me veo movida por la curiosidad a solicitarle alguna foto a usted, ya
que ignoro cuál puede ser el aspecto de alguien que viva en zonas tan alejadas.
Con respecto a la franquicia de llamarme
Margery, déjeme pensarlo. Primero, porque no me gusta nada cuando las cosas se
hacen de forma tan precipitada. Y segundo, porque Margery no es mi nombre. Si
se fija bien en el sobre, observará que se trata del nombre de la calle, 17th
Margery Street. Mi nombre es Annie.
Esperando su próxima carta, lo saluda,
Miss Finnegan.
Fuente: Roberto Fontanarosa
Otras Cartas de ficción.
Otras Cartas de Anne Finnegan,
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En caso de reproducción, rogamos se
cite la autoría.
2 comentarios:
Un tanto alambicada la miss. Escribe como desde arriba, con un cierto aire de superioridad.
A mí me encantó. Está llena de humor, muy británico, por cierto. Se ríe, no únicamente de "las razas latinas"si no de ella misma y sus prejuicios Ah, y...eso de preguntar si la argentina es ese triángulo verde clarito en el mapa, no me digan que no es...coquetería pura.
Estoy segura de que estos sigueron escribiéndose y muy a gusto...¡La miss tiene raza!
Un saludo
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