Miércoles,
13 [noviembre de 1872]
Su
última carta me ha enternecido, mi buen Turguéniev. Gracias por sus
exhortaciones, pero ¡ay, me temo que mi mal es incurable! Aparte de mis motivos
personales de aflicción (la muerte, en tres años, de casi todas las personas
que yo quería), el estado social me abruma.- Sí, así es. Quizá sea tonto. Pero
es así. La Estupidez pública me desborda. Desde 1870 me he convertido en un
patriota. Al ver como mi país se hundía, me he dado cuenta de que le amaba.
Rusia puede desmontar sus fusiles. No necesitamos de ella para que nuestro país
muera. El desconcierto de la Burguesía es tal, que ni siquiera tiene el
instinto de defenderse.- Y lo que venga será peor. Tengo la misma tristeza que
tenían los patriotas romanos en el siglo cuarto. Siento ascender del fondo de
la tierra una irremediable barbarie. Espero haber reventado antes de que esa
barbarie se lo haya llevado todo. Pero, mientras tanto, no es muy divertido.
Nunca los intereses del espíritu han importado menos. Nunca el odio a cualquier
grandeza, el desdén por lo bello, la aversión, en fin, a la literatura han sido
tan palpables. Siempre he procurado vivir en mi torre de marfil. Pero una marea
de mierda bate ahora sus muros hasta el punto de derrumbarla. No se trata de
política, sino del estado mental de Francia. ¿Ha leído la circular de Simon
relativa a una reforma de la instrucción pública? El párrafo dedicado a los
ejercicios corporales es más largo que el que se refiere a la literatura
francesa. Todo un síntoma. En fin, mi querido amigo, si usted no viviera en
París, pondría inmediatamente mi piso a disposición del casero. Si he seguido
hasta ahora con él, es sólo por la esperanza de poder verle alguna vez. No
puedo charlar con nadie sin encolerizarme y todo lo que leo sobre la actualidad
me enfurece. Estamos arreglados. -Lo que no me impide preparar un libro en que
procuraré escupir bilis. Querría charlar con usted. Como ve, no me dejo ganar
por el desaliento. Si no trabajara, acabaría arrojándome al río con una piedra
al cuello.- 1870 ha enloquecido a mucha gente, ha vuelto a muchas personas
imbéciles o enragés. Yo soy de los
últimos. Yo estoy en esta última categoría. Esto es lo verdadero. Supongo que
tengo aburrida a la excelente señora Sand por mi mal humor. Hace tiempo que no
oigo hablar de ella ¿Cuándo se representa su obra de teatro? ¿A principios de
diciembre, quizá? En esa época espero hacer a usted una visita. Hasta entonces,
procure soportar esa gota, mi pobre querido amigo, y crea en mi afecto.
1 comentario:
Las consecuencias que ha traído el hecho de disentir, pensar diferente, cuestionar cierto orden... y etc (no es necesario enumerar todo) ha demostrado que la estupidez humana no tiene límites. Porque sólo eso explicaría pensar que callando al que se opone (en el momento) no tendrá consecuencias en el futuro. Como latinoamericana pongo como ejemplo el macabro "Plan Condor" gestado desde el N y apoyado por gran parte de la población civil y obvio militar. Hoy en día todo se ha invertido y los culpables están siendo juzgados y condenados.
A lo que me refiero con esto es que pareciera que el mundo está penosamente destinado a repetir una y otra vez lo mismo.
Aprenderemos alguna vez a vivir en Paz?
Abrazos desde el Sur.
REM
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