sábado, 12 de enero de 2013

Carta de Gustave Flaubert a Iván Turgéniev






Miércoles, 13 [noviembre de 1872]

Su última carta me ha enternecido, mi buen Turguéniev. Gracias por sus exhortaciones, pero ¡ay, me temo que mi mal es incurable! Aparte de mis motivos personales de aflicción (la muerte, en tres años, de casi todas las personas que yo quería), el estado social me abruma.- Sí, así es. Quizá sea tonto. Pero es así. La Estupidez pública me desborda. Desde 1870 me he convertido en un patriota. Al ver como mi país se hundía, me he dado cuenta de que le amaba. Rusia puede desmontar sus fusiles. No necesitamos de ella para que nuestro país muera. El desconcierto de la Burguesía es tal, que ni siquiera tiene el instinto de defenderse.- Y lo que venga será peor. Tengo la misma tristeza que tenían los patriotas romanos en el siglo cuarto. Siento ascender del fondo de la tierra una irremediable barbarie. Espero haber reventado antes de que esa barbarie se lo haya llevado todo. Pero, mientras tanto, no es muy divertido. Nunca los intereses del espíritu han importado menos. Nunca el odio a cualquier grandeza, el desdén por lo bello, la aversión, en fin, a la literatura han sido tan palpables. Siempre he procurado vivir en mi torre de marfil. Pero una marea de mierda bate ahora sus muros hasta el punto de derrumbarla. No se trata de política, sino del estado mental de Francia. ¿Ha leído la circular de Simon relativa a una reforma de la instrucción pública? El párrafo dedicado a los ejercicios corporales es más largo que el que se refiere a la literatura francesa. Todo un síntoma. En fin, mi querido amigo, si usted no viviera en París, pondría inmediatamente mi piso a disposición del casero. Si he seguido hasta ahora con él, es sólo por la esperanza de poder verle alguna vez. No puedo charlar con nadie sin encolerizarme y todo lo que leo sobre la actualidad me enfurece. Estamos arreglados. -Lo que no me impide preparar un libro en que procuraré escupir bilis. Querría charlar con usted. Como ve, no me dejo ganar por el desaliento. Si no trabajara, acabaría arrojándome al río con una piedra al cuello.- 1870 ha enloquecido a mucha gente, ha vuelto a muchas personas imbéciles o enragés. Yo soy de los últimos. Yo estoy en esta última categoría. Esto es lo verdadero. Supongo que tengo aburrida a la excelente señora Sand por mi mal humor. Hace tiempo que no oigo hablar de ella ¿Cuándo se representa su obra de teatro? ¿A principios de diciembre, quizá? En esa época espero hacer a usted una visita. Hasta entonces, procure soportar esa gota, mi pobre querido amigo, y crea en mi afecto.















1 comentario:

Rembrandt dijo...

Las consecuencias que ha traído el hecho de disentir, pensar diferente, cuestionar cierto orden... y etc (no es necesario enumerar todo) ha demostrado que la estupidez humana no tiene límites. Porque sólo eso explicaría pensar que callando al que se opone (en el momento) no tendrá consecuencias en el futuro. Como latinoamericana pongo como ejemplo el macabro "Plan Condor" gestado desde el N y apoyado por gran parte de la población civil y obvio militar. Hoy en día todo se ha invertido y los culpables están siendo juzgados y condenados.
A lo que me refiero con esto es que pareciera que el mundo está penosamente destinado a repetir una y otra vez lo mismo.

Aprenderemos alguna vez a vivir en Paz?

Abrazos desde el Sur.
REM