jueves, 31 de enero de 2013

Carta abiera de Antonio Tello a sus amigos camino del exilio


Fotograma del film El buscador.




Me voy de mi Patria con la tristeza de saber que la ciudad en la que viví tantos años, que me hizo suyo, en la que encontré el amor y mis hijos, con la que compartimos tantas cosas, ahogó su voz en el miedo. Calló dejando que arrancaran a sus hijos acusados de pensar, de creer en la felicidad futura de todos.






Queridos y entrañables amigos:




    Quiero que sepan que no me voy ni asustado ni enojado. Simplemente dolorido por el silencio cómplice que impone el terror de quienes no aman al Pueblo.

    Me voy de mi Patria con la tristeza de saber que la ciudad en la que viví tantos años, que me hizo suyo, en la que encontré el amor y mis hijos, con la que compartimos tantas cosas, ahogó su voz en el miedo. Calló dejando que arrancaran a sus hijos acusados de pensar, de creer en la felicidad futura de TODOS.

    Ustedes bien saben, porque son mis amigos, que nunca creí que la amistad fuera retórica de las «relaciones sociales», sino la hermandad de la sangre, de una sangre que no deber ser aguada con la futilidad del miedo. Porque si así sucede estarán de más las expresiones, las palabras, las declaraciones y los manifiestos, pues ellos, los enemigos, habrán logrado su objetivo: separarnos y hacerse más fuertes en la impunidad que les da el poder que hoy detentan, usufructuando el derecho del Pueblo.

    Nunca callé lo que pensaba. Nunca oculté mis convicciones. Ahí están mis escritos, mi obra, para atestiguarlo; ahí están ustedes para desmentirme si así no ha sido. Y lo hice porque consideré que era un deber ineludible, como trabajador y como padre, señalar quienes son nuestros verdaderos enemigos. No soy un idealista, ni un ideólogo, ni un teórico. Soy simplemente un hombre que ha asumido un compromiso histórico por la felicidad de su Pueblo; un hombre que no quiere que sus hijos, que son parte de ese Pueblo, sufran la opresión que hoy padecemos los argentinos.


Carta de Antonio Tello camino del exilio, en CARTAS EN LA NOCHE
Interior de la Casa Rosada tras el bombardeo de 1975
     
     Hoy, mis queridos amigos, los bárbaros tiemblan porque el Pueblo se sacude bajo sus pies y quieren detener su avance apelando a la corrupción y al terror, a la mentira y a la impunidad. Por eso les pido, con todo el respeto que merecen como amigos, que no se dejen avasallar la dignidad de hombres de bien, que no crean en sus falacias, llámense como se llamen, aun aquéllas encubiertas en la máscara del pacifismo. Porque tal pacifismo no existe ni puede existir hasta que sea el Pueblo quien ostente el poder. Porque ellos, los enemigos, tienen el monopolio de la violencia. Y es violencia las muertes diarias y la explotación; el cierre de las escuelas y las universidades, y el hambre; los salarios bajos y la carestía de la vida; la tortura sistemática y la traición. Y también es violencia callar, adormecerse en la inmoralidad del silencio.

    A Vds. les confieso mi llanto al pie de la distancia; a Vds., que sabrán comprender cuánto los quiero y cuánto es mi dolor por tener que dejarlos, por dejar a mis padres y a mis hermanos, por dejar a mi Patria y a mi ciudad. A Vds., que entenderán que mis lágrimas no son de susto ni de rabia, sino de tristeza por tener que alejarme de todos los que vencieron el miedo, que supieron ser hermanos con la sangre solidaria. A Vds., que serán siempre mi Patria y mi ciudad.

    Hasta pronto,

    Antonio






Buenos Aires, diciembre de 1975



 

Nota: esta carta fue escrita horas de partir de Argentina, sin saber, hasta unos minutos antes de tomar el avión en el aeropuerto de Eceiza, cuál era el destino del vuelo; la carta se traspapeló durante un tiempo y nunca pude enviarla a sus destinatarios. Aquel día, 21 de diciembre, aviones de combate sobrevolaban la Casa Rosada.




 
Arseny Tarkovski. Poesía El Toro de Barro.
El buscador de joyas








sábado, 26 de enero de 2013

Cartas de Salvador Dalí a Federico García Lorca.


CARTAS EN LA NOCHE.- Federico Gª Lorca y Salvador Dalí

... Tú eres una borrasca cristiana y necesitas de mi paganismo. La última temporada en Madrid te entregaste a lo que no te debiste entregar nunca. Yo iré buscarte para hacerte una cura de mar. Será invierno y encenderemos lumbre. Las pobres bestias estarán ateridas. Tú te acordarás que eres inventor de cosas maravillosas y viviremos juntos con una maquina de retratar ....



CARTAS EN LA NOCHE.- Federico Gª Lorca y Salvador Dalí



Cadaqués, septiembre, 1926
Querido Federico:

Te escribo lleno de una gran serenidad y de tu santa calma; veras: ya hace un poco de mal tiempo en este bendito septiembre, llueve, hace viento, ancla un barco en el puerto; eso hace sentir mas el interior, y los ruidos suaves de los trabajos suaves y quietos en los interiores ... Mi hermana cose ropa blanca a mi lado cerca de la ventana, en la cocina se hacen confituras y se habla de poner uvas a secar; yo he pintado toda. la tarde, 7 olas duras y frías como son las del mar ... mañana pintare 7 mas; estoy tranquilo porque las he pintado bien, además cada vez el mar se parece mas al que yo pinto. Resulta también que san Sebastián es el patrón de Cadaqués,¿te acuerdas de la ermita de San Sebastián en la montaña de Peni? Pues bien, hay una historia que me ha contado la Lidia, una historia de San Sebastián que prueba lo atado que esta a la columna, y la seguridad de lo intacto de su espalda. ¿No habías pensado en lo sin herir del culo de San Sebastián? Pero dejo eso y voy a contestarte tu carta de situaciones, como ¡viejos! amigos que ya somos. Tú no harás oposiciones a nada, convence a tu padre que te deje vivir tranquilamente sin esas preocupaciones de aseguramientos de porvenir, trabajo, esfuerzo personal y demás cosas ... , publica tus libros, eso te puede dar fama ... América, etc., con un nombre real y no legendario como ahora, todo Dios te estrenara lo que hagas, etc., etc.
... Yo sueño en irme a Bruselas para copiar a los holandeses en el museo; mi padre esta contento del proyecto ... ¿Venir a Granada? No te quiero engañar, no puedo; por Navidad pienso hacer mi exposición en Barcelona, que será algo gordo; hijo; tengo que trabajar esos meses como ahora, todo el santo día sin pensar en Nada Más. ¡Tú no puedes darte cuenta de cómo me he entregado a mis cuadros, con que cariño pinto mis ventanas abiertas al mar con rocas, mis cestas de pan, mis niñas cosiendo, mis peces, mis, cielos como esculturas!
Adiós, te quiero mucho, algún día volveremos a vemos, ¡que bien lo pasaremos!
Escribe. Adiós, adiós. Me voy a mis cuadros de mi corazón.

Salvador Dalí.




***


CARTAS EN LA NOCHE.- Federico Gª Lorca y Salvador Dalí




Figueras, finales de septiembre de 1927

Querido:

¿Te has reventado de una intoxicación alcohólica? Yo hago una vida de máxima virtud -no bebo nada- absoluta castidad; el vicio es completamente artístico. Todas las mañanas boxeo con los soldados y hacemos largas carreras de resistencia; el cansancio cuando por la noche te vas a la cama es algo exquisito. El hombre pequeño y ruin es distinto. No se nada de ti, escríbeme. ¿Que hacéis con la revista? Mis cuadrecitos puros y recién nacidos van a ser expuestos a los PUTREFACTOS de Barcelona.


Salvador Dalí.


PD.- Escribo en muchos sitios y pronto voy a empezar una colaboración DIARIA. Adiós. Eso me gusta. Estoy contento como siempre.


***


Figueras, octubre/noviembre, 1927

Federico:

He recibido los dos últimos números de Verso y prosa; es espantoso el marasmo putrefacto en que se mueve toda la promoción de Prados, Altolaguirre, etc. Qué arbitrariedad más espantosa; y en el fondo de sus pseudointelectualismos, qué roñoso sentimentalismo. Me dan pena tus cosas tan únicas y verdaderas confundidas entre todo esto. Pronto recibirás casi un libro de poemas míos; poéticamente soy el anti-Juan Ramón, que me parece evidentemente el jefe máximo de la putrefacción poética; es su putrefacción la peor de todas, ya que a su lado hasta el gran vulgar y puerco de Rubén Darío, por su malísimo gusto adquiere una cierta gracia sudamericana parecida a la arquitectura de Casa Colom en Cadaqués. La metáfora y la imagen han sido hasta hoy anecdóticas; tanto es así, que hasta las más puras e incontrolables pueden ser explicadas como un acertijo. En fin, ya te escribiré un largo ensayo sobre lo que pienso de la poesía.

Te abrazo,

Dalí Salvador

PD.- Adiós, el poema de las cositas que te mandé, ¿qué te pareció? Juan Ramón no ha visto nunca nada, sólo percibe de las cosas emociones roñosas. Saluda a la Xirgu, Muñones, Porredones,etc. Recuerdos a los Calandres de goma, de los cafés y vístrulos. He releído Platero y yo, del que tenía buena idea; es un asco todo ese éxtasis emocional delante de las cosas que no ve, que no ve en absoluto.




CARTAS EN LA NOCHE.- Federico Gª Lorca y Salvador Dalí



Cadaqués. julio 1928

... Tú eres una borrasca cristiana y necesitas de mi paganismo. La última temporada en Madrid te entregaste a lo que no te debiste entregar nunca. Yo iré buscarte para hacerte una cura de mar. Será invierno y encenderemos lumbre. Las pobres bestias estarán ateridas. Tú te acordarás que eres inventor de cosas maravillosas y viviremos juntos con una maquina de retratar ....

Salvador Dalí.


 ***


Cadaqués, 27 de marzo, 1936


Querido Federiquito:

Qué lástima me ha dado que no nos hayas venido a ver en PARÍS, tan bien que lo hubiéramos pasado. Y tenemos que hacer cosas juntos otra vez. Yerma es una cosa llena de ideas oscurísimas y surrealistas. Pasamos dos meses en Port-Lligat para hacer una cura de análisis y objetividad, y comer todas estas cosas extravagantes que NADIE conoce y que son las habas estofadas de primera calidad, superfinas y lisas, que dan gusto de verlas y son los mismísimos misterios de Eleusis por lo que al condimento se refiere. Dime lo que haces y lo que piensas hacer. Estaremos siempre contentos de verte adelantar hacia nuestra casa. ¿Te acuerdas de aquella estructura estrambótica de carne y hueso (pero que parecía mentira) que se titulaba MAX Aub?

Gala te manda su afección y yo te abrazo.
Salvador Dalí.


 

lunes, 21 de enero de 2013

Cartas de ida y vuelta de Virginia Woolf y Vita Nicholson




 


«Abre el primer botón de tu blusa y allí me verás anidando, como una ardilla de hábitos inquisitivos pero de todos modos adorable...»
Virginia WOOLF






De Virginia a Vita, Martes 5 de enero 1927



  Por qué piensas que no siento o que hago las frases? “Frases encantadoras”, dices, que le roban la realidad a las cosas. Es todo lo contrario. Siempre, siempre trato de decir lo que siento. Por alguna razón, todo es aburrido y triste. Te he echado de menos. Te echo de menos. Te echaré de menos. A medida que te alejas me resulta más difícil visualizarte, y pensar en ti con fondo de pirámides y camellos me abruma un poco. Pero vamos a dejar eso y a concentrarnos en el presente ¿Qué he hecho? He sido muy laboriosa. Creo que en parte debes haber desorganizado mi vida doméstica, porque en cuanto te fuiste cayó sobre mí un torrente de obligaciones. No tienes idea la cantidad de colchones, mantas, sábanas, fundas y enaguas que he tenido que comprar. Por algún motivo mi incompetencia y el hecho de que los vendedores no me crean me transforman en una arpía fastidiosa. Escribo rápido, todo de golpe, (¿Has visto lo apretado de mis letras?) Es porque quiero decir muchas cosas pero no aburrirte. Entonces pienso que, si las aprieto bien, no verás lo larga que es esta carta. ¿Si he visto a alguien? Sí, a muchos. Hay tantos manuscritos que leer y cartas que escribir, y Doris, una pobre y desaliñada mujer que tuvo la increíble impertinencia, en parte falta de educación y también lo que ella cree talento y yo considero un cerebro respetablemente despierto pero vulgar, de decir: pero, señora Wolf ¿tengo, en su opinión, talento suficiente para dedicar mi vida a la literatura? A lo que con mi voz más decidida respondí que mejor se hiciese cocinera. En cuanto a mis encuentros, no me he enamorado de nadie… aunque ésa no es mi línea exactamente. ¿Lo habías adivinado? No soy fría; no soy farsante, ni débil, ni sentimental. Qué soy. Quiero que me lo digas tú.…

   Voy a tener un pequeño grupo dramático. Me gusta la profusión de esas pobres criaturas: pintadas e irreales, todas desesperadas porque no tienen trabajo o están enamoradas. Creen que soy una gárgola grotesca, semihumana, rígida como un demonio en una catedral. A ellas les parece increíblemente excitante que yo mueva las piernas y hable como un libro. Pero no durará mucho. Es parte de mi esnobismo adornar toda la sociedad salvo la mía propia. Pero (volviendo a tu carta) siempre supe que eras distante. Sólo que me dije: insisto por pura amabilidad. Con ese objetivo fui a verte.

   Abre el primer botón de tu blusa y allí me verás anidando, como una ardilla de hábitos inquisitivos pero de todos modos adorable.
 

Trieste, Milán. De Vita a Virginia, 21 de enero 1927.
  Estoy reducida a ser una cosa que quiere a Virginia. Escribí una carta durante las opresivas horas insomnes de la noche, y todo se ha ido: sólo te extraño de una manera desesperadamente humana. Tú con todas tus expresivas cartas, jamás escribirías una frase tan elemental como ésa. Probablemente ni siquiera la concebirías. De todas maneras creo que serías capaz de hacerte cargo de un pequeño bache. Pero tú lo cubrirías de frases tan exquisitas que terminaría por perder un poco de su realidad, en tanto que conmigo es algo absolutamente implacable: te extraño aún mas de lo que hubiera creído, y estaba preparada para extrañarte mucho. Esta carta es tan solo un aullido de dolor. Es increíble cuan imprescindible te has vuelto para mí. Supongo que tú estás acostumbrada a que la gente te diga eso. Maldición, criatura peligrosa. No lograré que me ames más, entregándome a mi misma de esta forma. Pero oh, mi amor, no puedo ser lista e indiferente contigo: te amo demasiado para eso. Verdaderamente. Tú no tienes ni idea de cuan indiferente puedo ser con la gente que no amo. Lo he convertido en una especie de exquisita destreza. Pero has derribado todas mis defensas. Y realmente no lo resisto. De todos modos no te aburriré más.
    Reemprendemos el viaje, el tren nuevamente se mueve, tendré que escribir en la estaciones –que son muchas afortunadamente a lo largo de las llanuras lombardas. Venecia. Las estaciones eran muchas, pero no contaba con el hecho que el Orient Express no se detendría en ellas. Y aquí estamos en Venecia tan sólo por diez minutos. Unos desgraciados minutos durantes los que puedo intentar escribir. Ni siquiera tengo tiempo para comprar una estampilla italiana, así que esto tendré que enviarlo desde Trieste. Las cascadas en Suiza estaban heladas, convertidas en una especie de iridiscentes y compactas cortinas de hielo, colgando sobre las rocas; realmente encantador.
    Italia está toda cubierta de nieve. Nuevamente reemprendemos el viaje. Tendré que esperar hasta mañana en Trieste. Por favor Perdóname por escribir una carta tan mísera.

V.


Hannover, de Vita a Virginia, 29 de enero de 1927.

  Trabajaré duro, en parte para complacer, en parte para complacerme, en parte para hacer que pase el tiempo, en parte para tener algo con lo que compensarte. Atesoro tu repentino discurso sobre literatura de ayer en la mañana, una especie de afectuosa despedida, como un Polonio a Laertes. Es más que una verdad que tú has influido intelectualmente en mí infinitamente más que cualquier otra persona, y por eso te amo, y siento endurecerse mis músculos.


'Il poeta e un' artiere’
Che al mestiere
Fece i muscoli d'acciaio .'


   Sí, mi Virginia muy querida, estaba en una encrucijada en el momento justo en que te conocí. ¿A ti te gustaría que yo escribiera bien, o no? Y yo detesto escribir mal –y haber escrito tan mal en el pasado. Pero ahora, al igual que la Reina Victoria seré buena. ¡Diablos! Desearía que estuvieras aquí –el grupo de potros da brincos con ímpetu. Envíame cualquiera de tus papeles y envía “Sobre la lectura”. Por favor. Espero que mis cartas te lleguen rápido y pronto. Dime si escribo demasiado a menudo, te amo.
V.

 


De Virginia a Vita, miércoles 2 de Febrero.

 No hubo carta tuya ni hoy ni ayer. Me desperté muy melancólica en medio de la noche. Se está yendo el efecto de mi narcótico. ¿Por qué se ríe de mí la gente?, pregunto. Sabes, es una gran cosa ser un eunuco, como yo; quiero decir, no saber cuál es el derecho o revés de una falda, eso hace que las mujeres confíen en mí. Aquí en mi cueva, veo las cosas cuya luz vosotras, criaturas resplandecientes, ocultáis tras vuestra luz.
   No, no tengo un resfriado pero estar aquí escribiéndote en medio de todo este desorden, es como tener uno. Hasta el momento no he podido abrir un libro sin ser interrumpida. Y luego tú no estás… Me encuentro a merced de la gente, sola. Como un objetivo lamentable, incapaz de expresar sus necesidades. Cómo me has desmoralizado. En cierta época yo era una mujer vigorosa, pero ahora todo me resulta frágil y laborioso mientras pierdo el tiempo levantando la tapa de mi cerebro para ver si hay allí un pez flotando, un nuevo libro. No, por el momento no hay nada. 



De Virginia a Vita. 6 de Marzo de 1927



  Este año me pareces más inalcanzable, empolvada, con las piernas más blancas, más galante y aventurera que nunca. Me echo en la cama e invento historias sobre ti. Envíame un montón de hechos: ya sabes cómo los amo… He tenido una semana aburrida. Ninguna fiesta salvo una, ofrecida por L. para seducirme y obligarme a gustar de un rosado muchacho suyo –uno nuevo, claro- pero fue inútil, estos sodomitas siempre están medio dormidos y resultan fatigosos. ¿Es que agotan su encanto en narices y cosas así?

   Han surgido dos mujeres extrañas: una de ellas es una mala cantante, que me pide vaya a verla en la cama ¿lo haré? La otra ¡qué importa! Yo quiero a Vita; quiero al insecto, al crepúsculo. Dejo ésta abierta a la espera de las tuyas. Ninguna. Ahora debo terminar esta carta. Y no he dicho mucho de nada ni te he dado una idea de las altísimas y aterradoras olas y los profundos pozos infernales a los que asciendo y desciendo en pocos días. Como todos. Subimos y bajamos violenta, incesantemente, y me siento algo avergonzada, ahora que trato de escribirlo, de ver qué minúsculo egoísmo hay en el fondo de todo eso, por lo menos en mi caso: que no puedo escribir mi novela, que debo salir a tomar el té, que tendría que comprar un sombrero. Ah, pero también está Vita. Quererla no es un egoísmo minúsculo.
   ¿Sabes que esta mañana sufrí un verdadero golpe de decepción? Estaba segura de que tendría una carta tuya, la abrí, y en su lugar encontré la carta de una mujer que hace diez años se sentó frente a mí en un ómnibus azul y que ahora quiere venir a hacer un busto mío. Pero la adulación implícita me enfadó tanto, que otra vez estuve maldiciendo: no hay intimidad, siempre hay gente que viene y no hay carta tuya. ¿Por qué no? Sólo una nota y un gemido salvaje y melancólico a lo lejos.Y tampoco ninguna fotografía.
Adiós, queridísima criatura lanuda.
 Es increíble lo esencial que te has vuelto para mí… Maldita seas, criatura mimada. No conseguiré que me ames más traicionándome así.


Reflexiones de Virginia Woolf en su diario, en esa misma fecha
   “Estas lesbianas estiman a las mujeres. Con ellas, la amistad siempre queda teñida de pasión y de deseo. Me gusta Vita y me gusta estar con ella y su esplendor, me gusta su caminar a grandes pasos con sus largas piernas que parecen hayas, una Vita rutilante, rosada, abundosa como un racimo, con perlas por todos lados. ¿Qué efecto me produce todo eso? Muy ambiguo. Veo una Vita florida, madura, con su abundante pecho: sí, como un gran velero con las velas desplegadas, navegando, mientras que yo me alejo de la costa. Quiero decir que tiene mundo, que sabe estar… en una palabra: ella es (y yo no lo he sido nunca) una mujer de verdad. Mentalmente no tiene mi clarividencia, pero bien, ella se da cuenta de todo y me prodiga esta protección maternal que, por los motivos que sea, es lo que más he deseado siempre, de quien fuese. Vita, a su manera, me da aquello que me dan Leonard y Nessa, mi hermana...”


  

Londres. De Virginia a Vita, de octubre de 1927 

  Voy a ir al funeral a ver qué hacen con los cuerpos de los ateos. ¡Qué divertido! ¡Cómo adoro las ceremonias y las extrañas colocaciones (¿es correcto eso?) de la especie humana! Estoy segura de que te habrás ido con otra el próximo jueves (tú misma lo dices, mala, al final de tu última carta, donde la víbora deja su mordedura); como nuestra relación está teñida por la melancolía, tal vez ganamos en intensidad lo que perdemos en las sobrias y confortables virtudes de una amistad prolongada y segura y respetable y casta y fría.
    Escribo a gran velocidad. Empiezo por tercera vez una frase. La verdad es que estoy tan inmersa en Orlando que no puedo pensar en nada más. Ha desplazado al romance, la psicología y todo el resto de aquel libro odioso. Mañana comienzo el capítulo que describe el encuentro entre Violet y tú. Es necesario repasarlo bien todo. Dame alguna pista del tipo de peleas que tenían. Y también, ¿por qué cualidad específica te eligió ella?…
    Será un libro pequeño, como mucho unas 30.000 mil palabras, y tal como voy, escribiendo febrilmente (sólo pienso en ti durante el día, en diferentes disfraces, y en Violet, el hielo, y Elizabeth y George III) lo habré terminado para navidad.
Orlando será un libro, con dibujos y uno o dos mapas. Lo escribo por la noche en la cama, mientras camino por la calle, en todas partes. Quiero verte a la luz de las lámparas, con tus esmeradas. En realidad creo que nunca he deseado tanto verte, sólo para sentarme y mirarte y hacerte hablar y después, rápida y secretamente, corregir ciertos puntos. Ahora vamos a tus dientes y tu temperamento. ¿Es verdad que rechinas los dientes por las noches? ¿Es verdad que te gusta causar dolor?.
    Esto está escrito a 500 palabras por minuto con Leonard mirándome con suspicacia desde el sofá, Pinker roncando y Nelly arriba, escuchando fox-trots en el gramófono. ¡Cómo me intranquilizas!. Este lugar está embrujado. Visto contigo es adorable; visto con Leonard es absolutamente detestable. Dime cuándo vendrás y por cuánto tiempo. Si te has entregado a Campbell, no tendré nada más que ver contigo y así quedará escrito, claramente, en Orlando para que todos puedan verlo.
    Por favor dime si vendrás y cuándo, porque ya me siento bastante acosada por actrices en decadencia, y funcionarios públicos.


Queridísima señora Nicholson, buenas noches.
  


De Vita a Virginia.

Mi querida:

    Esperaba despertarme menos deprimida esta mañana, pero no fue así. Me fui a la cama anoche tan oscura en pensamientos como el fango. La tremenda monotonía de Westfalia lo hace aún peor: ciudades de fábricas, montones de escoria, país plano, y algunos remiendos de nieve sucia. Y tú vas a lo de los Webbs. Bien, bien... ¿Por qué no estás aquí conmigo? ¿Oh, por qué? Te deseo terriblemente. La única cosa que me causa algún placer es Leigh.
    Se ha comprado una especie de capa hecha de piel de oveja con la que se hace a la idea de que es un pastor húngaro, pero unos anteojos con bordes de astas, y unos bombachos un tanto llamativos destruyen el efecto. Dottie por otro lado se ha aparecido con un largísimo gabardo de piel que le llega hasta los tobillos, tan apretado como para hacerla aparecer rolliza, y con el que luce como una gran duque prusiano. Estamos todos un tanto malhumorados y tenemos trifulcas por los equipajes. Deseo más que nunca viajar contigo. Me parece que eso es la cumbre de todos mis deseos. Y me desespero pensando como puedo hacerlo realidad. ¿Puede ser posible, qué piensas? Oh mi encantadora Virginia, te extraño terriblemente. Y cualquier cosa que la gente hable o diga me suena aburrido y estúpido. Cada vez deseo más y más que no viajes a América; estoy segura de que sería demasiado agotador para ti, de todos modos creo además que no te agradaría. ¿Vendrías a Beirut en cambio?
    Así que vagamos a través de Alemania, y es realmente aburrido. ¿Realmente habré perdido mi entusiasmo por viajar? No, no es eso, es simplemente que deseo estar contigo y con nadie más. Pero te vas a aburrir si sigo diciendo cosas como esas –sólo que vuelven y vuelven una y otra vez hasta que brotan de mi lápiz. ¿Te das cuenta que debo esperar quince días hasta que nuevamente sepa algo de ti? Pobre de mí. No había pensado en eso antes de dejarte, pero ahora es una carga enorme, y horrible. ¿Qué no te podría ocurrir en el transcurso de una quincena? Podrías enfermarte, enamorarte. ¡Sólo Dios lo sabe!.






  

Cartas de ida y vuelta de Virginia Woolf y Vita Nicholson


Carta dirigida a su esposo Leonard por Virginia Woolf antes de suicidarse

 






LIBROS RECOMENDADOS

Un manojo de cartas póstumas del poeta Carlos Edmundo de Ory a su compañero y amigo de fatigas vanguardistas Eduardo Chicharro. 
Y una obra maestra.




PVP: 8 Euros más gastos de envío

Pedidos a edicioneseltorodebarro@yahoo.es