jueves, 9 de febrero de 2012

Stalingrado: carta a su esposa de un oficial alemán...





"esto parece el final..." 


Tenía que haber muerto en tres ocasiones, pero habría sido repentinamente, sin estar preparado para ello. Ahora es diferente. Desde esta mañana sé como están las cosas; y ya que me siento liberado, quiero que tú también te liberes de la aprensión y la incertidumbre.
Me quede atónito cuando vi el mapa. Estamos totalmente solos, sin ayuda del exterior.
Hitler nos ha dejado en la estacada. Si el aeródromo continúa en nuestro poder, puede que esta carta aún salga. Nuestra posición está al norte de la ciudad. Los hombres de mi batería sospechan algo, pero no lo saben tan seguro como yo. Así que esto parece el final. 

Hannes y yo no nos rendiremos; ayer, después de que nuestra infantería retomara una posición, vi cuatro hombres que habían sido hechos prisioneros por los rusos. No, no caeremos en cautividad. Cuando Estalingrado haya caido, sabrás que no volveré.
Eres la mujer de un oficial alemán, por lo que te tomarás lo que he de decirte con serenidad y firmeza, igual que en el el andén de la estación el día en que partí hacia el Este. No soy escritor, y mis cartas nunca han sido más largas de una página. Hoy habría mucho que decir, pero me lo reservo para más tarde, p.e., seis semanas si todo marcha bien y cien años si no. Has de contar con esta última posibilidad. Si todo va bien, tendremos mucho tiempo para hablar, y en ese caso ¿por qué he de escribirte tanto, ahora que me resulta tan difícil?. De todas formas, si las cosas se tuercen, esas palabras no te harían mucho bien...



Muchos soldados alemanes escribieron cartas a sus familiares y amigos durante el largo y trágico asedio de Stalingrado, en las que relataban las condiciones dantescas en las que vivían y su premonición de una muerte cercana. Cuando el último avión despegó de la ciudad en enero de 1943, llevaba siete enormes sacas de cartas que nunca fueron entregadas, porque rezumaban desmoralización y críticas al Reich. Todas ellas aparecieron después, en 1954, y fueron publicadas en 1958 por Einaudi en el volumen Cartas desde Stalingrado. Volvió a hacerse otra edición en 1963, Las últimas cartas de Stalingrado, a cargo de la editorial Destino. Las cartas que editamos lo fueron previamente en los blogs Cartas desde el frente  y  Cartas de Estalingrado. Y las hemos ilustrado con Imágines de la segunda guerra mundial.



1 comentario:

A chuisle dijo...

Se entiende, desde el frente, en medio de la incertidumbre y del fragor de la lucha, siempre es difícil saber qué decir. Pero no puede haber allí también algo de temperamento alemán y militar. Quizás el soldado latino sea menos escueto. Pero no deja de haber lógica en sus palabras. Sólo que a su esposa le habría gustado escuchar lo mucho que la amaba y habría atesorado esas palabras en su corazón, para las noches de soledad y los momentos en que su vida se volviera baldía. Es de esperar, aunque contra toda esperanza, que este soldado en particular haya logrado llegar a casa y allí las palabras no serían necesarias, bastaría con un abrazo, un beso y una mirada. Saludos cordiales Carlos.