martes, 3 de abril de 2012

Carta de amor a Augusta de un soldado alemán.





"No estoy asustado, únicamente triste por no poder sacar mayor provecho de mi valor que morir por esta causa inútil, por no decir criminal. "


   Sabes lo que siento por ti, Augusta. Nunca hemos hablado mucho de sentimientos. Te amo muchísimo y tú me amas, por lo que has de saber la verdad. Está en esta carta. La verdad es que esta es la más horrenda de las luchas, y que estamos en una situación desesperada. Miseria, hambre, frío, renuncia, duda, desesperación y una muerte horrible. No te diré más. Tampoco te hablé de ello en mi despedida y no hay nada más sobre esto en mis cartas. Cuando estábamos juntos (y también me refiero a mis cartas) eramos marido y mujer, y la desagradable guerra, de cualquier modo necesaria, era una fea compañía de nuestras vidas. Pero la verdad es la certeza de que lo que he escrito más arriba no es una queja ni un lamento sino un relato objetivo de los hechos. 
Soldado alemán congelado 
   No puedo renunciar a mi parte de culpa en todo esto. Pero es en una proporción de 1 a 70 millones. La proporción es pequeña, pero está ahí. Nunca pensaría en evadir mi responsabilidad, me digo a mí mismo que entregando mi vida he pagado mi deuda. Las cuestiones de honor no admiten discusión...
   Augusta, en la hora en que has de ser fuerte, también has de hacer esto: ni te enfades ni sufras demasiado por mi ausencia. No estoy asustado, únicamente triste por no poder sacar mayor provecho de mi valor que morir por esta causa inútil, por no decir criminal. Ya conoces el lema familiar de los Von H's: "Culpa reconocida, culpa expiada". 

No me olvides demasiado deprisa....





Muchos soldados alemanes escribieron cartas a sus familiares y amigos durante el largo y trágico asedio de Stalingrado, en las que relataban las condiciones dantescas en las que vivían y su premonición de una muerte cercana. Cuando el último avión despegó de la ciudad en enero de 1943, llevaba siete enormes sacas de cartas que nunca fueron entregadas, porque rezumaban desmoralización y críticas al Reich. Todas ellas aparecieron después, en 1954, y fueron publicadas en 1958 por Einaudi en el volumen Cartas desde StalingradoVolvió a hacerse otra edición en 1963, Las últimas cartas de Stalingrado, a cargo de la editorial Destino. Las cartas que editamos lo fueron previamente en el blog Cartas desde el frenteY la hemos ilustrado con Imágines de la segunda guerra mundial.


2 comentarios:

A chuisle dijo...

La primera foto dice más que mil palabras. Hermosa carta, desesperada y muy clara referente a los sentimientos. Muy realista con respecto a la situación del soldado alemán común, que llegó a sentirse usado en una guerra que no era suya. Es lo que pasa al final en todas las guerras donde mueren muchos, por intereses de unos pocos. Preocupante adiós de un soldado.

Un saludo Carlos, admiro el trabajo que dedicas a tus blogs.

elena clásica dijo...

Malditas guerras, malditas muertes sin sentido. Cómo perviven estas palabras de un soldado alemán y cómo imaginamos a Augusta sufriendo más cuando la letra impresa le pide que no lo haga.

Triste, pobre soldado, cogiendo tu fusil como Johny de Dalton Trumbo.

Así se expresaba Miguel Hernández:

"Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.

Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.

Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes, tristes."

Tú, soldado alemán que hoy llegas hasta nosotros, también morías de amor.

Un abrazo, querido Carlos.